Gentileza de El Trauko
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de nuestros muebles, lo mismo que ropa de casa y parte de nuestra indumentaria; la fecha
prevista de nuestra desaparición voluntaria había sido fijada para el 16 de julio. A raíz de la
citación, hubo que adelantar diez días nuestra partida, de manera que íbamos a
contentarnos con una instalación más bien rudimentaria. El escondite estaba en el inmueble
de las oficinas de papá. Es un poco difícil comprender cuando no se conocen las
circunstancias; por eso, tengo que dar explicaciones. El personal de papá no era numeroso:
los señores Kraler y Koophuis, luego Miep, y, por último, Elli Vossen, la taquidactilógrafa
de veintitrés años, todos los cuales estaban al corriente de nuestra llegada. El señor Vossen,
padre de Elli, y los dos muchachos que le secundaban en el depósito no habían sido
puestos al corriente de nuestro secreto.
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