El diario de Anna Frank | Page 136

Gentileza de El Trauko http://go.to/trauko Desde luego, mi tercera manía es la historia, y por eso papá ya me ha comprado muchos libros. Espero con impaciencia el día en que podré revolver las estanterías de la biblioteca pública. Cuarto: mitología de Grecia y Roma; poseo ya diversos libros sobre el tema. Otras manías: las fotos de familia y de artistas de cine. Me entusiasman los libros y la lectura. La historia del arte y la de la literatura me interesan, sobre todo cuando se trata de escritores, poetas y pintores. La música también puede interesarme un día. Siento gran antipatía por el álgebra, la geometría y todo cuanto sea matemática. Me gustan todas las demás asignaturas escolares, pero, sobre todo, la historia. Tuya, ANA Martes 11 de abril de 1944 Querida Kitty: La cabeza me da vueltas. No sé verdaderamente por dónde empezar. El viernes (Viernes Santo) jugamos un juego de mesa, lo mismo que el sábado en la tarde. Estos días han pasado rápidamente, sin nada que señalar. Invitado por mí, Peter vino a mi cuarto a las cuatro y media; a las cinco y cuarto subimos al desván, donde, nos quedamos hasta las seis. De seis a siete y cuarto escuchamos la transmisión de un hermoso concierto de Mozart; me gustó, sobre todo, Una Pequeña Serenata Nocturna. Me es difícil escuchar música en presencia de otros, pues siempre me causa el mismo efecto: me conmueve profundamente. En la noche del domingo, a las ocho, me instalé con Peter en el desván de adelante; para mayor comodidad, llevamos de nuestra casa algunos almohadones del diván para convertir un cajón en asiento. Sobre los almohadones tan estrechos como el cajón, estuvimos ovillados el uno junto al otro, apoyando la cabeza en un montón de otros cajones, y sólo éramos espiados por Mouschi. De pronto, un cuarto para las nueve, el señor Van Daan nos silbó y vino a preguntarnos si no teníamos el almohadón de Dussel. Dimos los dos un salto, y bajamos con el almohadón, el gato y Van Daan. Este almohadón trajo cola, porque habíamos tomado el que le servía de almohada, y Dussel estaba furioso. Tenía miedo a las pulgas del desván, y por esa causa hizo una escena delante de todo el mundo. Peter y yo, para vengarnos, escondimos dos cepillos duros en su cama, y este pequeño intermedio nos hizo reír bastante. Pero no reímos mucho tiempo. A las nueve y media, Peter golpeó suavemente a nuestra puerta y preguntó a papá si quería ir a ayudarle; no podía arreglárselas con una frase inglesa difícil. —Algo anda mal —le dije a Margot—. ¡Este pretexto es demasiado burdo! 132