Gentileza de El Trauko
http://go.to/trauko
Nuestros proveedores de cupones para alimentos han sido atrapados. Sólo tenemos
nuestras tarjetas de racionamiento, ya no nos quedan porotos ni aceite o grasa. Como Miep
y Koophuis están enfermos, Elli no puede efectuar las compras, la melancolía reina en
casa, y forzosamente las comidas se están resintiendo. A partir de mañana, no tendremos
un gramo de grasa, ni de mantequilla, ni de margarina. El desayuno ya no consiste en
patatas fritas (para economizar el pan), sino en avena con leche; como la señora Van Daan
creía que estábamos a punto de morir de hambre, hubo que comprar leche en el mercado
negro. Y hoy se preparan, para la cena, patatas y coles rizadas del tonel de conserva, cuyo
olor exige la protección de mi pañuelo. El hedor de estas coles, metidas en el tonel desde
hace un año, es absolutamente increíble. Toda la habitación está apestada. Se diría una
mezcla de ciruelas pasadas, un desinfectante enérgico y huevos podridos. ¡Puah! Sólo la
idea de tener que comer ese guiso me produce náuseas.
Agrega a esto las extrañas enfermedades que las papas han contraído aquí: de dos
barricas de pommes de terre, hay una que va derechito a la estufa. Nos hemos divertido
haciendo el diagnóstico de estas enfermedades, y hemos encontrado el cáncer, la viruela y
el sarampión, por rotación. Además, no tiene nada de agradable eso de vivir en un
escondrijo durante el cuarto año de guerra. ¿Es que no va a terminar nunca todavía esta
porquería?
En verdad, me importaría muy poco el problema de la alimentación si al menos las
otras cosas pudieran hacer la vida más agradable. La mo notonía comienza a trastornarnos.
Todos estamos saturados.
He aquí las opiniones de los cinco adultos presentes sobre la situación actual:
La señora Van Daan:
"El papel de Cenicienta ya no me entusiasma. Quedarme sentada buscándome las
pulgas, me fastidia; por eso, me pongo de nuevo a cocinar. No sin lamentarme, porque es
imposible guisar sin materias grasas, y todos esos olores sospechosos me enferman. Y,
como recompensa, debo soportar gritos e ingratitudes: siempre es culpa mía, yo soy el
chivo emisario. Además, juzgo que la guerra no adelanta mucho; los alemanes terminarán
por lograr la victoria. Siento un terror pánico de verme morir de hambre, y maltrato a todo
el mundo cuando estoy de mal humor".
El señor Van Daan:
"Ante todo fumar, fumar y fumar. Al lado de eso, la bazofia, la política, y los malos
humores de Kerli no son tan malos como parecen. Kerli es verdaderamente muy amable".
Pero cuando no tiene nada que fumar, todo va mal. Solo se oye: "Voy a caer
enfermo, nos alimentamos demasiado mal, yo necesito carne. Kerli no lo comprende
porque es tonta". Tras lo cual los esposos inician entre ellos una bulliciosa riña.
La señora Frank:
"La alimentación quizá no tenga mucha importancia, pero, sin embargo, me
agradaría contar con una pequeña tajada de pan de centeno, pues tengo un hambre terrible.
Si yo fuera la señora Van Daan, hace mucho tiempo que hubiese contenido esa manía de
fumar constantemente, que tiene su marido. Pero necesito un cigarrillo en seguida, porque
los nervios me están dominando. Los ingleses cometen errores a menudo, pero la guerra
115