Gentileza de El Trauko
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Domingo 12 de marzo de 1944
Querida Kitty:
En estos últimos días, no me quedo quieta nunca, ya no me siento; es un vaivén
perpetuo, de mi cuarto al desván.
Me alegra mucho hablar con Peter, pero tengo mucho miedo de molestarlo. Él ha
vuelto a hablarme del pasado de sus padres y de sí mismo. Eso no me basta, y me pregunto
por qué deseo más. Al principio, Peter me consideraba insoportable, y la impresión era
recíproca. Ahora, yo he cambiado de parecer, ¿le ha sucedido a él lo mismo?
Pienso que sí, mas eso no significa que ya seamos verdaderos camaradas, lo que
para mí haría infinitamente más soportable nuestra permanencia aquí. No debería
atormentarme; me ocupo de él bastante a menudo, de manera que no necesito entristecerte
con mi pesar. Pero te confieso que me siento sobre ascuas.
El sábado en la tarde, después de haberme llegado de afuera una serie de malas
noticias, me sentí tan trastornada, que me tendí en mi diván para dormir un poco. Sólo
podía dormir con el fin de no pensar. Sueño profundo hasta las cuatro, después de lo cual
me reuní con los demás. Me costó mucho con testar a todas las preguntas de mamá; para
papá tuve que alegar un dolor de cabeza, con el fin de explicar mi siesta. En suma, no
mentí: tenía un dolor de cabeza, aunque... ¡interno!
Las personas corrientes, las muchachas corrientes de mi edad, me creerían loca por
apiadarme así de mí misma. Pero, precisamente, yo he tomado la costumbre de decirte todo
cuanto me pesa en el corazón; y el resto del día estoy todo lo alegre, todo lo segura de mí
misma y todo lo insolente que me es posible, con el fin de evitar cualquier interrogatorio y
no tener que deprimirme.
Margot es muy amable, y no desea nada mejor que ser mi confidente, pero a mí me
es imposible contárselo todo. Es cariñosa, bella y buena, pero peca de cierta
despreocupación por las cosas profundas. Me toma en serio, demasiado en serio, y, sin
duda, se devana los sesos pensando en su hermanita, examinándome con la mirada a cada
cosa que digo, como si cavilara: "¿Es eso verdad o está interpretando una comedia?".
Estamos constantemente juntas. Eso es lo malo, porque a mí no me gustaría tener a mi
confidente siempre a mi alrededor.
¿Saldré alguna vez de este laberinto de pensamientos, y veré en ellos claro algún
día, para quedarme en paz?
Tuya,
ANA
Martes 14 de marzo de 1944
Querida Kitty:
Quizá te divierta —a mí no— saber lo que vamos a comer hoy. Como la empleada
doméstica está trabajando en las oficinas me encuentro instalada en este momento en la
mesa de los Van Daan. Me cubro la nariz con un pañuelo embebido en perfume de
preguerra. Tú no comprendes todavía, así que comenzaré por el principio.
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