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E L D IARIO DE A NA F RANK
profundidades insondables.
En momentos así, me olvido de papá, de mamá y de Margot.
Indiferente, voy de una habitación a otra, subiendo y bajando las
escaleras, y me veo como el pájaro cantor cuyas alas han sido
cortadas y que, en la oscuridad total, se hiere al golpearse contra
los barrotes de su estrecha jaula. Una voz interior me grita: «Sal a
la calle, ríe, respira el aire puro». Ni siquiera contesto ya: me tiendo
en un diván y me duermo para acortar el tiempo, el silencio y la
espantosa angustia, porque no hay forma de matarlos.
Tuya,
ANA
Miércoles 3 de noviembre de 1943
Querida Kitty:
Papá ha hecho traer un programa del Instituto de Enseñanza
de Leyde, con el fin de que nos distraigamos con una actividad
educativa. Margot ha recorrido por lo menos tres veces el
voluminoso tomo, sin hallar en él un curso que le pareciera
verdaderamente interesante. La decisión de papá fue rápida: ha
elegido un curso de «latín elemental» por correspondencia, que
no ha tardado en llegar, y Margot se ha dedicado a él con
entusiasmo. Es demasiado difícil para mí, aunque me habría
gustado mucho aprender latín.
Como yo necesitaba también algo nuevo, papá ha pedido a
Koophuis que le obtenga una Biblia para niños, con el fin de
ponerme al corriente del Nuevo Testamento.
-¿Es que quieres regalarle a Ana una Biblia para la fiesta de la
Januka? -preguntó Margot, bastante consternada.
-Si... pero pienso que la fiesta de San Nicolás será mejor
ocasión -respondió papá-. No veo muy bien a Jesús en la Januka.
Tuya,
ANA
Lunes a la noche, 8 de noviembre de 1943
Querida Kitty:
Si tú leyeras mis cartas. una detrás de otra, te sentirías sin
duda impresionada por la gran variedad de estados de ánimo con
que ellas fueron escritas. No me agrada depender de la atmósfera
del anexo, más bien me fastidia; pero no soy la única aquí, pues
todo el mundo está malhumorado. Cuando leo un libro que me
impresiona, necesito hacer un gran esfuerzo de readaptación antes
de reunirme nuevamente con los habitantes de nuestra casa. De
ser así, ellos me juzgarían una especie de alienada. Notarás que
paso en este momento por un período de depresión. No sabría
decirte por qué he caído en tal pesimismo, pero creo que es mi
cobardía, con la cual ando siempre forcejeando.
Este anochecer, cuando Elli estaba todavía en el anexo,
llamaron a la puerta, largo rato y con insistencia. Inmediatamente
me puse pálida, tuve cólicos y palpitaciones, todo eso por la
angustia únicamente.
De noche, una vez acostada, me veo en una prisión, sin mis
padres. Ora voy a la ventura por una carretera, ora me imagino al
anexo pasto de la