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E L D IARIO DE A NA F RANK Querida Kitty: Una ráfaga de alivio barre el anexo. Kraler ha sido eximido del trabajo forzoso por la autoridad. Elli, harta de su resfriado, le ha prohibido a su nariz que la moleste hoy. Todo ha vuelto a la normalidad, salvo que Margot y yo estamos un poco cansadas de nuestros padres. No te he ocultado que, en estos momentos, las cosas no van muy bien con mamá; en cuanto a papá, sigo queriéndolo como siempre, y Margot los quiere a ambos; pero, a nuestra edad, a veces querríamos vernos libres en nuestros movimientos y no depender siempre de la decisión paterna. Cuando subo al desván me pregunta lo que voy a hacer; no puedo servirme sal en la mesa; todas las noches, a las ocho y cuarto, mamá me pregunta si no es la hora de desvestirme; cada libro que leo pasa por la censura: en verdad, ésta no es demasiado severa; se me permite leer casi todos los libros. Eso no impide que tantas objeciones y preguntas de la mañana a la noche nos fastidien a ambas. Otra cosa que les preocupa, en lo que a mí concierne: ya no tengo ganas de besitos y halagos, y juzgo afectados los diminutivos. En suma, me gustaría poder dejar a mis padres queridos aunque sólo fuese por poco tiempo. Anoche, Margot ha vuelto a decir: Si tengo la desgracia de suspirar dos veces sosteniéndome la cabeza, me preguntan enseguida si tengo jaqueca o qué es lo que me pasa. Dándonos ambas cuenta de lo poco que queda de nuestro ambiente familiar, otrora tan armonioso y tan íntimo, nos confesamos que es un golpe duro. No es de extrañar: la mayoría de las veces nos encontramos en postura falsa. Quiero decir que se nos trata como a niñas. Es verdad que lo somos físicamente pero olvidan que, en el fondo, hemos madurado infinitamente más de lo que por lo general les sucede a otras muchachas de nuestra edad. A pesar de mis catorce años, sé con tanta exactitud lo que quiero, puedo decir quién tiene razón y quién no la tiene, me he formado mis propias opiniones, principios e ideas y -lo que puede parecer extraño en una adolescente- me siento más cerca de los adultos, que de los niños. Tengo la impresión de ser absolutamente independiente de todos cuantos conozco. Si quisiera, aventajaría a mamá en las discusiones y las controversias, pues soy más objetiva que ella y exagero menos. Soy también más ordenada y más hábil, lo que me da -sí, puedes reírte- una superioridad sobre ella en muchas cosas. Para amar a una persona, me es menester primero que ésta me inspire admiración y respeto; sobre todo, admiración. Todo marchará bien cuando pueda conquistar a Peter, pues lo admiro desde muchos puntos de vista. ¡Es tan amoroso! Tuya, ANA Domingo 19 de marzo de 1944 Querida Kitty: El día de ayer fue para mí muy importante. Había decidido hablar francamente con Peter. En el momento de sentarnos a la mesa, pude cuchichearle: -¿Practicas taquigrafía esta tarde, Peter? -No -repuso. -Quisiera hablarte enseguida. ¿Conforme? -Sí. Después de secar los platos, para salvar las apariencias, me quedé primero con sus padres, sentada junto a la ventana. Poco después, fui a reunirme con él en su habitación; se había quedado de pie, a la izquierda de la ventana abierta; yo me puse a la derecha, y hablamos. La oscuridad relativa de afuera se prestaba más a la conversación que cualquier luz, facilitando las cosa