El Decano. Número 43. Diciembre de 2018 El Decano. Número 43 | Page 9
XXIV Festival de la AECC
Paco Ureña
le aprovechó con inteligencia y sitio ataques
furibundos y lo empujó hacia delante en una
faena larga y densa con final alegre.
Cayetano se encontró con un toro castaño
de La Palmosilla que, sin romper, tampoco
sacó las dificultades de sus hermanos. El
torero de dinastía quiso hacer todo con
torería y, sobre todo con la mano izquierda,
logró pasaje bonitos en una faena carente
de profundidad por la condición de un toro
sin entrega ni recorrido, listo o listillo y, en
fin, trabajoso y deslucido. El fenomenal
estocadón con el que lo tumbó resarció de
todo al público.
Paco Ureña hizo la faena de la tarde porque
es muy buen torero y porque le tocó el toro
mejor de La Palmosilla, de espectacular
pelaje ensabanado, capirote, calcetero,
botinero y moteado con manchas negras.
Con la fuerza medida, el toro cogió con
claridad, nobleza y longitud la aleta de un
Paco Ureña inspirado. El torero de Lorca
mimó las embestidas, las acarició, las
condujo con sensibilidad y expresión. La
faena, siempre a más en belleza e
intensidad, tuvo esa clave: no apretar de
más por abajo a un toro bueno que, de
haberse sentido podido, se habría rendido.
La suavidad con la que Paco trató al bello
toro propició una faena larga, de casi
perfecto acople, con una tanda con la mano
derecha despatarrado como momento de
mayor brillo y un sorprendente final de
rodillas.
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