El Decano. Número 43. Diciembre de 2018 El Decano. Número 43 | Page 10
XXIV Festival de la AECC
Ginés Marín y Ramón Serrano
La torería y el clasicismo de Ginés Marín,
impolutamente vestido con un traje corto
blanco y camperamente adornado con unos
zahones, se estrelló contra la mala condición
de su toro de La Palmosilla. Las hechura del
toro, extraordinarias. Y por eso defraudó su
comportamiento. Ginés tuvo que emplearse
a fondo para extraer lo poco bueno que tuvo
el toro en una faena de aguante y riesgo, de
perder pasos para aprovechar la inercia. Y
casi siempre con la mano izquierda, porque
por el lado derecho el toro fue una prenda.
Pero incluso por el lado menos malo, el de
La Palomilla puso a prueba el valor, la
concentración y la capacidad de un Ginés
Marín que solventó con nota la difícil
papeleta.
Los primeros compases de la actuación del
novillero Ramón Serrano fueron impactantes:
una larga cambiada a porta gayola con el
novillo saliendo del chiquero como una bala
y una arrucina de rodillas y casi sin espacio
en el inicio de la faena de muleta dejaron al
público boquiabierto y con el corazón
encogido. De apariencia noble por el acierto
de Ramón, el novillo de La Palmosilla
guardaba dentro no poca complejidad. Y eso
salió a relucir cuando, al segundo muletazo
por el lado izquierdo, el novillo se metió,
cogió por el muslo a Ramón Serrano, lo
volteó y, en el suelo, se ensañó con él
pegándole un palizón. Mermado de
facultades pero no de ánimo, el de San
Javier volvió a la cara del novillo para hacer
un esfuerzo titánico en el tramo final de la
faena.
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