EL BOLCHEVISMO DE MOISÉS A LENIN - DITRICH ECKART EL BOLCHEVISMO DE MOISÉS A LENIN - DITRICH ECKART | Page 38
mocedad en toda clase de sugestiones peregrinas! El susto provocado por un
relámpago lo condujo a la vida de clausura. Mas que inocentón, provoca allí a
menudo la despiadada rechifla del resto de monjes a cuenta del inaudito celo
con que se aplica a la salvación de su alma. Hete aquí que marcha a Roma, y
comienzan a despertarse en él las primeras sospechas. La opulencia local de
la vida de clausura, el enfebrecido ajetreo de las dagas y otros indicios de
mundanización de la misma calaña le dejan perplejo. Siendo profesor de
Teología en Wittenberg se topa con el Humanismo. El gañán de espíritu
tolerante se transforma en el acto en el carácter firme. Reuchlin, la lumbrera de
la investigación hebraica, entra en su radio de acción y le guía hacia Pablo,
llamado Saulo, llamado Esaúl. En un abrir y cerrar de ojos le ponen por delante
las Epistolae obscurorum virorum contra los dominicos de Colonia, los mayores
enemigos de los judíos. La chatura de su tono –pues sólo resultan ingeniosas a
primera vista- no le complace. Pero queda mucho de ellas en él. ******Entre sus
manos asiste tanto a la tergiversación de la esencia misma de la vida monacal
como a la de la figura del judío, convertido en un inocente angelito».
«La cosa no varía ni un pelo» –aduje- «en las Cartas del diputado
regional Filser de Ludwig Thoma (121) , el Hutten nº 2 -obra ampulosa hasta más
no poder, el colmo de la memez, pero que a los judíos les gustó, porque
arremetía contra los Papas y soliviantaba lo mismo también al campesinado.
La prensa kosher se dejó los dedos desollados en el papel de tanta alabanza; y
así gustó incluso a aquellos que siguiendo su específico criterio deberían
haberse enfadado de lo lindo. El papa y el campesino quedaban como el mayor
dechado imaginable de alelados bribones; pero aquel por el que todo había
sobrevenido, el judío, se escapó una vez más de rositas. Lo mismo que pasa
siempre en Thoma. Me resbala al respecto el que poco antes de su muerte
colocase de forma anónima en el periódico Miesbacher Anzeiger unas cuantas
pinceladas antisemitas. Esa no es la forma alemana de manejarse. Además su
heredera era una merchachifle de guetto de pura cepa. Con lo que se completa
el cuadro».
«Cuando uno tiene ciertas responsabilidades en la vida» –replicó
Hitler-, «como es el caso de Thoma, tiene que ser consciente de la presencia
judía, o de lo contrario no es más que un botarate. Ya saben sus seguidores la
elección que tienen. También Hutten, los humanistas en general, eran gente de
mundo; Lutero, no. Lutero contempló a los judíos durante mucho tiempo bajo
un trasluz muy indulgente; el pueblo de Dios. ¡Venga con ello! Los humanistas
hicieron suyo este sentir. ¡Menuda deshonra representaba para los monjes el
haber menospreciado las escrituras sagradas de Israel! El tráfico de
indulgencias fue la gota que colmó el vaso. Comenzó a rodar la bola de nieve.
En contra de la voluntad de Lutero, ostensiblemente. Él mismo escribe que fue
obligado a pasar a la acción, “en el trascurso de duras polémicas, por
numerosos amigos y desconocidos”. ¡La que no se debió haber liado en torno
suyo! ¡A la sombra de los judíos! Esa oscura figura se confundía también tras la
sombra de los emisarios romanos. Fracasaron todos los intentos de
entendimiento. El inmenso estropicio estaba hecho».
«Y Alemania pagó la consumición» -dije yo. «Goethe, aún siendo
protestante, lo sintió así. De forma desdeñosa expresa:
“En estos días de extravío, las doctrinas francesas, como otrora las
doctrinas luteranas, hacen retroceder la armoniosa formación del espíritu”.
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