El Asegurador Septiembre 15, 2020. | Page 18

18 Ciudad de México / Septiembre 15, 2020. Te lo aseguro Hugo Silva [email protected] De la mano contigo, para ti Veníamos comentando algunos aspectos relacionados con la vigencia de la figura del agente de seguros ante la disrupción que había generado la entrada en juego y a plenitud de las insurtech, cuyo número llega ya a más de 30, todas perfectamente establecidas y en sólida y voyante operación. La situación hasta antes de la contingencia sanitaria se orientaba a una erosión inexplicable e infundada del valor agregado que proporciona el agente de seguros. Se llegó al extremo de sugerir, veladamente, que comenzara su proceso de extinción. Sin embargo, la crisis, en su papel de madre de todas las oportunidades (en este como en todos los sectores productivos del país), dio a luz a sus mejores hijos, en nuestro caso a los intermediarios digitalizados de seguros, que hoy se presentan en una versión reloaded, acompañados y adaptados a la nueva exigencia que el entorno mercantil, sanitario y generacional exige. Así, apreciamos que el momento de verdad mostró la fortaleza del sector, pero además develó datos por demás interesantes. Solo señalaré el que, a mi juicio, ejemplifica de manera clara el entorno. Me refiero al seguro de Gastos Médicos Mayores; y es que 67 por ciento de las indemnizaciones asociadas a la COVID-19 pagadas por aseguradoras corresponde a planes colectivos, es decir, en alto porcentaje a prestaciones laborales. Eso implica, por definición, que la diferencia (23 por ciento) son seguros asociados a planes individuales. De igual forma, el público en general ha observado con incredulidad y mayor sorpresa que, lamentablemente, el índice de mortalidad por COVID-19 en un hospital público es mucho mayor que el que se observa en el sistema privado de atención médica. Con corte al 13 de agosto, y con datos de la Secretaría de Salud, tenemos que por cada 10 pacientes que ingresan por este padecimiento #Opinión #Seguros ching, Octavio, un ejecutivo, me compartió que su jefe, director de una empresa financiera, se compromete de forma relajada con su equipo de trabajo y con sus clientes y tiende de forma constante a no responder llamadas, a dejar en visto mensajes, a llegar tarde a las reuniones, a dejar plantados a los clientes… En forma desesperada me dijo que no sabía cómo resolver esta situación, que generaba afectaciones importantes en su trabajo y en la relación con los clientes, y que incluso habían tenido una sesión de trabajo en la que, revisando algunas pruebas psicométricas, se hacía hincapié en que él obtenía resultados como una persona vigorosa enfocada en el resultado, pero con bajo seguimiento y control. Octavio concluyó: “Para mí, esto no es un estilo de comportamiento, sino una forma mal educada de ser. No puedo sentirme seguro con un jefe que no cumple su palabra”. Hablar de ser mal educado puede tener muchas acepciones; pero, desde un enfoque distinto, creo que caer en este tipo de comportamientos tiene una desa sistemas públicos de salud (IMSS y Sector Salud) fallecen 7.6. La proporción en el sector privado es de 1.6 (“La letalidad hospitalaria por COVID-19 en México: desigualdades institucionales”, reportaje de Mariano Sánchez Talanquer en la revista Nexos). Es así como a golpe de realidad los escépticos del beneficio de contratar un seguro han comenzado a lamentar su mala apreciación; se han percatado de que la previsión vale más que la reacción irreflexiva o visceral. No obstante, la labor de reivindicación del agente de seguros y su trabajo seguirá siendo compleja. No olvidemos que, paralelamente a la crisis de salud, estamos envueltos en una situación económica muy delicada. El escenario a corto plazo no es halagüeño. Así lo confirma el discurso oficial en boca del secretario de Hacienda, Arturo Herrera Gutiérrez, en su participación ante diputados del Grupo Parlamentario de Morena, al señalar que la deuda crecerá entre 8 y 10 por ciento del PIB debido (según él) al tipo de cambio, lo que “obligaría a las autoridades de Hacienda a poner a la economía en una trayectoria descendente”. El reto es monumental. La solidaridad y empatía hacia los más vulnerables debe canalizar el esfuerzo a la creación de esquemas de cobertura o hacia productos empaquetados de bajo costo y formas accesibles de pago que permitan coadyuvar en la viabilidad de la existencia, la salud y la salvaguarda patrimonial de los sectores menos favorecidos de la población. Abro un paréntesis para señalar que la propuesta es adicional a los esquemas indemnizatorios que cobraron relevancia en esta época, no porque no existieran desde antes, sino porque fueron valorados precisamente por la claridad de sus condiciones y accesibilidad, tanto en el precio como en la forma de pago. Hasta aquí la digresión. Además, la persuasión para su adquisición, a pesar de estar, como siempre, perfectamente justificada, no será tarea fácil. Aquí entra en juego la habilidad de agentes, corredores y brokers para revestir y apoyar las propuestas con sus respectivas ofertas de servicio. Es precisamente por esto por lo que se revalora la muy noble y trascendental actividad del intermediario de seguros. Dejo claro que, andando el camino juntos, llegaremos más lejos; y en mejor condición, ni duda cabe. En esta consideración amalgamo la importancia de la nueva, irreversible y muy necesaria participación de las insurtech, en conjunto con los canales “tradicionales”. No sugiero complementación; por el contrario, sugiero la integración en pro de la fortaleza de todos y en beneficio del fin común: nuestros asegurados, quienes confían en nosotros y ponen esperanza, confianza y viabilidad patrimonial en nuestras manos. Para ellos estamos; a ellos nos debemos. ¡Te lo aseguro! espejito, espejito Mariana Hernández Navarrro [email protected] Te doy mi palabra Mi padre solía platicarme que, cuando comenzó su trayectoria financiera, existía un lema en latín en la bolsa de valores que rezaba así: Dictum meum pactum, el cual se puede traducir como Mi palabra es mi compromiso, en referencia a que había que mantener el cumplimiento de lo que se había dicho. Tiempo después, las condiciones cambiaron, y se tuvo que acudir a grabaciones para constatar lo pactado… Comprendo que en un mundo como el que hoy vivimos en el ámbito financiero sería inviable mantener la fuerza de la palabra; aunque creo que en la esfera personal tampoco podemos ejercerla bien a bien. ¿Cuántas promesas se realizan de forma personal y profesional, y no se cumplen? En una sesión de coa- #DesarrolloHumano cripción incómoda, si bien explicativa: Las personas que dejan de cumplir su palabra muestran un rasgo de conducta agresivo-pasivo porque se colocan en una posición de poder sutil, lo cual les otorga beneficios en dos sentidos: se autovalidan porque saben que, a pesar de ese comportamiento, la gente los espera y los perdona de manera perpetua; y se refuerzan inconscientemente con un mensaje parecido a éste: “Soy genial: al final resuelvo y controlo todo”. Esas personas son hábiles porque se confían de alguna virtud fortalecida, generalmente carisma y simpatía, y su estrategia de disculpa consiste en minimizar la ofensa: “No es para tanto; ni esperaste demasiado”, o compensar la paciencia de su interlocutor: “Está bien, llegué tarde, pero yo pago esta vez” (y las siguientes también, porque probablemente mantenga la conducta). El gran dilema de su equipo de trabajo radica en seguir demandando o no congruencia absoluta de alguien que probablemente mantendrá este comportamiento. En un caso así, no te molestes ni muestres franco enojo, ya que esos individuos se sienten beneficiados al verte enojado. No des pie a un enfrentamiento directo con ellos, ya que esto no solo no hará que cambien su postura, sino que incluso tendrán la habilidad de devolverte el reclamo y hacerte parecer poco tolerante, impaciente. Hasta manifestarán que tu protesta los estresa. Personas como la descrita se han acostumbrado a esta manera de relacionarse, y tu observación no modificará ese hábito. Mantener la calma y la paciencia será un ejercicio para ti y te permitirá fortalecerte como un verdadero líder moral, aunque formalmente lo sea el otro. Considera que tú estarás trabajando en virtudes que en el otro no se han desarrollado. Mi reflexión final es ésta: todos necesitamos pensar en qué momento hemos violado ¿Cuántas este lazo con los otros, cuándo hemos incumplido nuestra palabra. Debemos reforzar la idea de que mantener nuestra palabra significa actuar con integridad, adherirse firmemente a un código de valores morales, y de que ésa es la forma en la que verdaderamente confiamos los unos en los otros. El sinónimo de cumplir con lo dicho es ser incorruptible. Necesitamos saber que, cuando decimos algo, lo decimos en serio; de lo contrario, el lazo de unión en las relaciones, conocido como confianza, irá mermando poco a poco. Para forjar la confianza no hace falta más que cumplir la palabra. Punto. No se trata de hacer “promesas teóricas”, sino de llevar a cabo hechos contundentes. La gran pregunta que todos debemos formularnos es: ¿habrá algo que profesional y personalmente deba yo reforzar en las relaciones con los demás para engrandecer la integridad y la confianza que animan ese vínculo? Como dice un proverbio zen: La manera en que una persona hace una cosa es su manera de hacerlas todas. promesas se realizan de forma personal y profesional, y no se cumplen?