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Ciudad de México / Septiembre 15, 2020.
Te lo aseguro
Hugo Silva
[email protected]
De la mano
contigo,
para ti
Veníamos comentando algunos
aspectos relacionados con la
vigencia de la figura del agente
de seguros ante la disrupción que había
generado la entrada en juego y a plenitud
de las insurtech, cuyo número llega
ya a más de 30, todas perfectamente
establecidas y en sólida y voyante operación.
La situación hasta antes de la contingencia
sanitaria se orientaba a una erosión
inexplicable e infundada del valor
agregado que proporciona el agente de
seguros. Se llegó al extremo de sugerir,
veladamente, que comenzara su proceso
de extinción.
Sin embargo, la crisis, en su papel de
madre de todas las oportunidades (en
este como en todos los sectores productivos
del país), dio a luz a sus mejores
hijos, en nuestro caso a los intermediarios
digitalizados de seguros, que hoy
se presentan en una versión reloaded,
acompañados y adaptados a la nueva
exigencia que el entorno mercantil, sanitario
y generacional exige.
Así, apreciamos que el momento de
verdad mostró la fortaleza del sector,
pero además develó datos por demás
interesantes. Solo señalaré el que, a mi
juicio, ejemplifica de manera clara el
entorno. Me refiero al seguro de Gastos
Médicos Mayores; y es que 67 por ciento
de las indemnizaciones asociadas a
la COVID-19 pagadas por aseguradoras
corresponde a planes colectivos, es
decir, en alto porcentaje a prestaciones
laborales. Eso implica, por definición,
que la diferencia (23 por ciento) son seguros
asociados a planes individuales.
De igual forma, el público en general
ha observado con incredulidad y mayor
sorpresa que, lamentablemente, el índice
de mortalidad por COVID-19 en un
hospital público es mucho mayor que
el que se observa en el sistema privado
de atención médica. Con corte al 13 de
agosto, y con datos de la Secretaría de
Salud, tenemos que por cada 10 pacientes
que ingresan por este padecimiento
#Opinión #Seguros
ching, Octavio, un ejecutivo,
me compartió que
su jefe, director de una
empresa financiera, se
compromete de forma
relajada con su equipo de
trabajo y con sus clientes
y tiende de forma constante
a no responder llamadas,
a dejar en visto
mensajes, a llegar tarde
a las reuniones, a dejar plantados a los
clientes…
En forma desesperada me dijo que no
sabía cómo resolver esta situación, que
generaba afectaciones importantes en su
trabajo y en la relación con los clientes,
y que incluso habían tenido una sesión
de trabajo en la que, revisando algunas
pruebas psicométricas, se hacía hincapié
en que él obtenía resultados como una
persona vigorosa enfocada en el resultado,
pero con bajo seguimiento y control.
Octavio concluyó: “Para mí, esto no es
un estilo de comportamiento, sino una
forma mal educada de ser. No puedo sentirme
seguro con un jefe que no cumple
su palabra”.
Hablar de ser mal educado puede tener
muchas acepciones; pero, desde un
enfoque distinto, creo que caer en este
tipo de comportamientos tiene una desa
sistemas públicos de salud (IMSS y
Sector Salud) fallecen 7.6. La proporción
en el sector privado es de 1.6 (“La
letalidad hospitalaria por COVID-19
en México: desigualdades institucionales”,
reportaje de Mariano Sánchez
Talanquer en la revista Nexos).
Es así como a golpe de realidad los
escépticos del beneficio de contratar
un seguro han comenzado a lamentar
su mala apreciación; se han percatado
de que la previsión vale más que la reacción
irreflexiva o visceral.
No obstante, la labor de reivindicación
del agente de seguros y su
trabajo seguirá siendo compleja. No
olvidemos que, paralelamente a la crisis
de salud, estamos envueltos en una
situación económica muy delicada.
El escenario a corto plazo no es halagüeño.
Así lo confirma el discurso
oficial en boca del secretario de Hacienda,
Arturo Herrera Gutiérrez, en
su participación ante diputados del
Grupo Parlamentario de Morena, al
señalar que la deuda crecerá entre 8
y 10 por ciento del PIB debido (según
él) al tipo de cambio, lo que “obligaría
a las autoridades de Hacienda a poner
a la economía en una trayectoria descendente”.
El reto es monumental. La solidaridad
y empatía hacia los más vulnerables
debe canalizar el esfuerzo a la
creación de esquemas de cobertura
o hacia productos empaquetados de
bajo costo y formas accesibles de pago
que permitan coadyuvar en la viabilidad
de la existencia, la salud y la salvaguarda
patrimonial de los sectores
menos favorecidos de la población.
Abro un paréntesis para señalar
que la propuesta es adicional a los
esquemas indemnizatorios que cobraron
relevancia en esta época, no
porque no existieran desde antes, sino
porque fueron valorados precisamente
por la claridad de sus condiciones y
accesibilidad, tanto en el precio como
en la forma de pago. Hasta aquí la digresión.
Además, la persuasión para su
adquisición, a pesar de estar, como
siempre, perfectamente justificada, no
será tarea fácil. Aquí entra en juego la
habilidad de agentes, corredores y
brokers para revestir y apoyar las propuestas
con sus respectivas ofertas de
servicio. Es precisamente por esto por
lo que se revalora la muy noble y trascendental
actividad del intermediario
de seguros.
Dejo claro que, andando el camino
juntos, llegaremos más lejos; y en
mejor condición, ni duda cabe. En
esta consideración amalgamo la importancia
de la nueva, irreversible y
muy necesaria participación de las insurtech,
en conjunto con los canales
“tradicionales”. No sugiero complementación;
por el contrario, sugiero la
integración en pro de la fortaleza de
todos y en beneficio del fin común:
nuestros asegurados, quienes confían
en nosotros y ponen esperanza,
confianza y viabilidad patrimonial en
nuestras manos. Para ellos estamos; a
ellos nos debemos.
¡Te lo aseguro!
espejito, espejito
Mariana Hernández Navarrro
[email protected]
Te doy mi
palabra
Mi padre solía platicarme que,
cuando comenzó su trayectoria
financiera, existía un lema
en latín en la bolsa de valores que rezaba
así: Dictum meum pactum, el cual se
puede traducir como Mi palabra es mi
compromiso, en referencia a que había
que mantener el cumplimiento de lo que
se había dicho.
Tiempo después, las condiciones cambiaron,
y se tuvo que acudir a grabaciones
para constatar lo pactado…
Comprendo que en un mundo como
el que hoy vivimos en el ámbito financiero
sería inviable mantener la fuerza de la
palabra; aunque creo que en la esfera personal
tampoco podemos ejercerla bien a
bien.
¿Cuántas promesas se realizan de forma
personal y profesional, y no se cumplen?
En una sesión de coa-
#DesarrolloHumano
cripción incómoda, si bien explicativa:
Las personas que dejan de cumplir su
palabra muestran un rasgo de conducta
agresivo-pasivo porque se colocan en una
posición de poder sutil, lo cual les otorga
beneficios en dos sentidos: se autovalidan
porque saben que, a pesar de ese comportamiento,
la gente los espera y los perdona
de manera perpetua; y se refuerzan
inconscientemente con un mensaje parecido
a éste: “Soy genial: al final resuelvo y
controlo todo”.
Esas personas son hábiles porque se
confían de alguna virtud fortalecida,
generalmente carisma y simpatía, y su
estrategia de disculpa consiste en minimizar
la ofensa: “No es para tanto; ni
esperaste demasiado”, o compensar la paciencia
de su interlocutor: “Está bien, llegué
tarde, pero yo pago esta vez” (y las siguientes
también, porque probablemente
mantenga la conducta).
El gran dilema de su equipo de trabajo
radica en seguir demandando o no
congruencia absoluta de alguien que probablemente
mantendrá este comportamiento.
En un caso así, no te molestes ni muestres
franco enojo, ya que esos individuos
se sienten beneficiados al verte enojado.
No des pie a un enfrentamiento directo
con ellos, ya que esto no solo no hará
que cambien su postura, sino que incluso
tendrán la habilidad de devolverte el reclamo
y hacerte parecer poco tolerante,
impaciente. Hasta manifestarán que tu
protesta los estresa.
Personas como la descrita se han acostumbrado
a esta manera de relacionarse, y
tu observación no modificará ese hábito.
Mantener la calma y la paciencia será
un ejercicio para ti y te permitirá fortalecerte
como un verdadero líder moral,
aunque formalmente lo sea el otro. Considera
que tú estarás trabajando en virtudes
que en el otro no se han desarrollado.
Mi reflexión final es ésta: todos necesitamos
pensar en qué
momento hemos violado
¿Cuántas este lazo con los otros,
cuándo hemos incumplido
nuestra palabra.
Debemos reforzar la
idea de que mantener
nuestra palabra significa
actuar con integridad,
adherirse firmemente a
un código de valores morales,
y de que ésa es la
forma en la que verdaderamente
confiamos los unos en los otros.
El sinónimo de cumplir con lo dicho es
ser incorruptible.
Necesitamos saber que, cuando decimos
algo, lo decimos en serio; de lo contrario,
el lazo de unión en las relaciones,
conocido como confianza, irá mermando
poco a poco. Para forjar la confianza
no hace falta más que cumplir la palabra.
Punto. No se trata de hacer “promesas
teóricas”, sino de llevar a cabo hechos
contundentes.
La gran pregunta que todos debemos
formularnos es: ¿habrá algo que profesional
y personalmente deba yo reforzar
en las relaciones con los demás para
engrandecer la integridad y la confianza
que animan ese vínculo? Como dice un
proverbio zen: La manera en que una
persona hace una cosa es su manera de
hacerlas todas.
promesas se
realizan de
forma personal y
profesional, y no
se cumplen?