El Asegurador Julio 15, 2020. Julio 15, 2020. | Page 8

8 Ciudad de México / Julio 15, 2020. #Opinión El 11 de julio murió mi hermano mayor, de nombre Adelio. Él fue quien diseñó —un gesto generoso de su parte— el cabezal del periódico El Asegurador, allá por 1984. La historia, nuestra historia, comenzó mucho antes, cuando yo tenía 14 años y vivía en Coyomeapan, Puebla, mi tierra natal. Algunos años antes, yo ya había viajado a la hoy Ciudad de México para concluir la educación primaria, apoyado por mi hermana Lolita, quien para ayudarme sacrificaba —más tarde lo vi— quizá demasiado, en virtud de su gran generosidad. Durante dos años de mi estadía en esta ciudad, yo había vivido en casa de otro hermano, Mauro, pero al terminar el sexto grado, a los 12 años, tuve que regresar al pueblo y realizar diversas actividades. En ésas andaba, cuando un sábado de 1966 llegó a la casa mi hermano Adelio, después de completar un recorrido que las más de las veces se hacía a pie y que significaba caminar 38 kilómetros desde la ciudad o pueblo más cercano, Coxcatlán, ubicado a 40 kilómetros de Tehuacán, en el estado mencionado. Sería mediodía cuando arribó, y apenas dos horas después mis padres, Luisa y Lorenzo, y mi hermano Adelio me llamaron al cuarto donde conversaban: “Trae un cuaderno y un lápiz”, fue la instrucción recibida. “Dibuja algo”, me dijo Adelio. Y agregó: “Lo que tú quieras dibujar estará bien”. No sé qué dibujé, pero seis horas después me llamó mi madre para entregarme una caja pequeña de cartón con algunas prendas de vestir y decirme: “Toma. Mañana a las 4:00 de la madrugada saldrás a la ciudad con tu hermano Adelio. Te quedarás a vivir allá. Acuéstate ya porque se irán caminando hasta Coxcatlán”. Y aquello cambió mi vida. Mes y medio después, yo ya tenía a mi hermano como mentor. Él trabajaba como dibujante en aquellos días y ocupaba un espacio en la empresa Publicistas de México, una agencia en la que comencé a ayudarlo en cosas muy sencillas mientras observaba lo que hacía. Veía cómo Adelio usaba las escuadras, los lápices graduados, la regla T…, tantas herramientas que aprendí a utilizar para dar forma a algunas cosas sencillas, como los nombres de los equipos de futbol que jugaban en los estadios profesionales. Aquellos partidos se transmitían por televisión, pero nosotros elaborábamos en papel la publicidad de los encuentros. Me impresionaba cómo usaba la pistola de aire para convertir fotografías de poca vistosidad en llamativos anuncios de tractores y toda clase de maquinaria, Adelio Rojas con Genuario Rojas Acépteseme una digresión breve que la empresa International Harvester Company ofrecía en esos tiempos en este país. Como para todo lo demás, mi hermano era un mago para su actividad. Aquellas fotos también servían para ilustrar los manuales de operación de dichas máquinas. Y yo aprendí entonces a preparar las páginas de esos manuales y llevar a cabo el proceso de producción de esas obras técnicas. Mientras, yo lo contemplaba realizar originales para anuncios y concursos. Aquellas obras de dibujo que hacía mi hermano eran espectaculares para su tiempo. Lo digo con absoluta objetividad. Y al mismo tiempo le aprendía trucos de elaboración, de producción, técnicas muy ventajosas porque otorgaban a la empresa no solo eficiencia, sino también rentabilidad. Mi hermano Adelio nunca fue un empleado “normal”. Siempre negoció relaciones laborales en las que manejaba de manera independiente su tiempo. Decía que importaban los resultados; y que los resultados se obtenían entregando a tiempo y con calidad. Más adelante, hacia 1968, entró a una empresa llamada Sistemex (algunos quizás recuerden las populares agendas Sistemex). Pues bien, Adelio me llevó consigo. Ya en el nuevo lugar, y siempre bajo la égida del hermano mayor, además de elaborar toda una serie de formas fiscales, contables y revistas, me tocó en suerte ser el responsable de investigar información destinada a formar parte del contenido de las agendas ejecutivas que esa empresa producía. Recuerdo que en ese entonces la casa editora preparaba 5,000 agendas anuales y que mi hermano le dijo al gerente y dueño de la compañía que eran muy pocas; luego mantuvieron una conversación larga de la que mi hermano salió con un compromiso mayor. La empresa se tuvo que transformar, pues logró colocar en el mercado 55,000 agendas. Adelio era, qué duda cabe, un hombre de ideas, y algunas las ponía en práctica. Había quienes lo criticaban por no materializarlas todas, pero es que él seguía solo las que le parecían viables. La transformación de Sistemex hizo nacer una empresa llamada Grafodiseño, en la que lo acompañé haciendo, que es la única manera de aprender como Dios manda, hasta que llegó el momento de separarme de él para irme por mi propio camino y dedicarme a lo que ha sido mi vida. A lo largo de todos los años posteriores, mi hermano y yo seguíamos viéndonos, más allá del mero trabajo. Él nunca quiso fundar una empresa, pero se alegró mucho de que yo le informara que crearía una para editar El Asegurador. De inmediato Adelio comenzó a pensar en un diseño del cabezal y creó uno con una brújula estilizada, que sería por muchos años el signo de identificación de nuestro medio. Ese logotipo no cambió hasta que llegó el tiempo del rediseño, que sin embargo mantiene la brújula propuesta del original. Poco a poco, él fue dejando la actividad a la cual dedicó su vida entera, y entonces le propuse que se pusiera a pintar. Le dije que el primer cuadro que pintara yo se lo compraría. Lo veía en algún lugar o en su casa y le preguntaba: “¿Cómo vamos con la pintura?”. Un día me dijo: “Llevo como 80 cosas dibujadas. Estoy soltando la mano. Pronto la tendrás”. Hoy tengo los tres primeros cuadros de su autoría. Para mí, esas obras son su herencia, que me recuerdan muchos rasgos de su vida, una existencia fructífera en la que la calidad como credo básico estuvo por encima de todo; y no solo en el trabajo, sino también en las relaciones con la familia, con la gente, con las cosas, con la ideas.... Mi gran hermano Adelio, el excepcional mentor que la vida me dio…, ahora ha partido, y solo me resta decir que sin duda descansa en paz, con esa paz con la que siempre vivió. PROPORCIONANDO SOLUCIONES A LA MEDIDA Administración de gastos médicos para el sector asegurador SOMOS ESPECIALISTAS EN CONTENCIÓN DE COSTOS