El Asegurador Julio 15, 2020. Julio 15, 2020. | Page 23
Ciudad de México / Julio 15, 2020. 19
¿Por qué dar las gracias a los neoliberales?
#Opinión
a riesgo propio
Bernardo Olvera Bolio
EN PRIMER LUGAR, hay que tener
presente que, más allá del
Manual de Carreño (libro divertidísimo
y costumbrista que trata sobre
los buenos modales), y más allá de un
comportamiento que puede atribuirse
cada día a menos personas (so pena
de ser juzgadas), el agradecimiento es
no sólo propio de buenas familias, sino
también obligado en quien resulta beneficiado
por hechos o legados de otras
personas. No ser agradecido es, por otra
parte, propio de ingratos (perdón por la
simplicidad), desagradecidos (segunda
simplicidad), malagradecidos (tercera),
egoístas, gandallas, arribistas e hijos de
su … (otra simplicidad, esta vez censurada).
Cualquiera de nosotros sabe eso.
DICHO LO ANTERIOR, vale la pena
determinar a qué me refiero aquí con el
término neoliberal. Es curioso ver cómo
se han acuñado términos como neoclásico,
neorrenacentista y otros sin mayor
carga que describir el estilo nuevo, modificado,
de algo. El término neoliberal,
en consecuencia, debería entenderse
como ‘liberales modernos o actuales’;
esto es, aquellos que toman el liberalismo
y simplemente lo traen a la actualidad.
De ser así, cabe entonces recordar
que los liberales del siglo XIX, como Benito
Juárez, son y fueron
parte de los constructores
de la Reforma, parte
de los que repudiaron a
Maximiliano (en quien
Benito Juárez reconoció
a un gran liberal), de los
que dieron laicismo a la
educación y al Estado,
etcétera. Fueron los liberales
quienes pudieron
llevar al país a la mediana
grandeza que alcanzó
nuestra nación en la segunda
mitad de ese siglo
y comienzos del pasado.
Los liberales, pues, fueron
los grandes pensadores, hombres
y mujeres del México de la Reforma.
De este modo, ser liberal se interpreta
como favorecer o apoyar el cambio
de lo establecido para proponer nuevas
formas (lo que, por cierto, también está
proponiendo, al menos en el papel, la
4T). En todo caso, eso sería un neoliberal:
un promotor del cambio pero de los
tiempos que hoy vivimos.
LOS NEOLIBERALES de los que hoy
se habla con tanta insistencia y cierto
Los liberales,
pues, fueron
los grandes
pensadores,
hombres y
mujeres del
México de la
Reforma
odio son los que propusieron cambios
durante el siglo pasado. Cambios como
dar fin al proteccionismo, terminar con
la hegemonía en el poder, dar entrada a
la tecnología en el campo y la industria
(también les han llamado tecnócratas),
buscar la transparencia (esto, por cierto,
se estableció formalmente con Vicente
Fox), fortalecer la inversión productiva,
promover la interacción entre las naciones
y un largo etcétera que finalmente
equivale a promover el progreso. ¿Quién
en sus cinco sentidos puede estar en contra
de esos propósitos?
Los primeros en atacar
a quienes empezaron a
dar señales de promover
el cambio fueron los priistas
de entonces, ya que
lo primero que peligraba
era la hegemonía de partido,
que ya tenía hartos
a los mexicanos. Por curioso
que parezca, esos
mismos priistas llevaron
al poder a gente como
Carlos Salinas y Ernesto
Zedillo, dos “neoliberales”
notables. De modo
que, desde el nefasto
Luis Echeverría, se inició el “odio a los
neoliberales y tecnócratas”; claro, iban
a acabar con el PRI y todos sus privilegiados.
ASÍ ES QUE, CUANDO algunos se
refieren a los neoliberales, se refieren a
esa generación de personas promotoras
del progreso. Pues bien, vamos a la
pregunta de la cabeza: ¿por qué dar las
gracias a los neoliberales? Más de un
mexicano tendría que agradecerle a esa
generación parte de lo que somos hoy
por hoy. Pero hay quien
ha resultado ser el mayor
beneficiado; y, paradójicamente,
no sólo no les
agradece nada, sino que,
por el contrario, de plano
los ataca todos los días y
vuelca todo el resentimiento
que tiene contra
la vida sobre ellos.
ESE PERSONAJE Y
MUCHOS de sus seguidores
no quieren
ver los motivos que hay
para agradecer a los neoliberales. Pues,
entrando en materia, los actuales individuos
e individuas (para que las feministas
no nos tachen de excluyentes) que
están en el poder deben agradecer a los
neoliberales lo siguiente:
Haber constituido una billonaria reserva,
que hoy, a título personal, el jefe
del Ejecutivo reparte graciosamente en
sus programas sociales. No invierte;
reparte, esto es, gasta sin posibilidad
estructurada de retorno. Dicho de otro
modo, los programas sociales se pagan
con dinero neoliberal.
Haber construido el nido donde
se criaron tantos de sus actuales
servidores, como Bartlett, Sánchez
Cordero, Muñoz Ledo, Ebrard (el
amigo inseparable y “hermano” de
Camacho Solís), Moctezuma y otros
muy destacados ejemplares.
Los neoliberales
son los que
propusieron
cambios
durante el siglo
pasado
Haber constituido, a partir del fraude
electoral identificado con Bartlett
(la gran caída del sistema), una institución
federal ciudadana para
garantizar el voto: el IFE (hoy
INE), que por cierto también
organizó y supervisó las elecciones
que tienen hoy en el
poder a esos mismos malagradecidos
y que a muchos de
ellos los ha mantenido en el
poder durante trienios y sexenios
sin fin.
Haber allanado el camino a
la presidencia, a la que nunca
iba a tener posibilidad de
llegar el susodicho personaje
en la época en que traicionó
a su partido original, el PRI.
Al PRI lo pudieron derrotar
otros antes que él.
Haber hecho del país uno de
los ocho primeros destinos
turísticos. Lamentablemente,
hoy no nos quieren visitar ni
las moscas de nuestros muertos.
Pero el tesoro ahí estaba.
Y muchos otros beneficios,
pero en particular uno: el
personaje de marras y todos
sus seguidores deberían
agradecer y rendir tributo a
Carlos Salinas de Gortari por
haber negociado en su
momento el Tratado
de Libre Comercio con
Canadá y Estados Unidos.
Ese tratado, por
el que Salinas nunca
fue a besarle los pies
“en agradecimiento” al
presidente de Estados
Unidos, fue simplemente
un negocio entre
naciones en el que, por
cierto, el que mayores
beneficios obtuvo fue
México. Se trataron
como iguales; no hubo que hacer visitas
oficiosas para dar espaldarazos
ni ponerse de tapete para favorecer
las elecciones de nadie. En efecto, sin
Carlos Salinas de Gortari, éstos de
hoy no tendrían ni la más mínima
posibilidad de contar con al menos
una esperanza de resurgimiento económico
llamado Tratado de Libre
Comercio o T-MEC o como se llame
hoy. No hay que hacerse tontos: se le
debe a ese personaje, nos guste o no.
¿Por qué condenarlo entonces?
ESO ES LO QUE NO TENEMOS:
ni siquiera la hombría para agradecer.
Pero sí la cachaza para que mucho de
ello, como las reservas, las instituciones
de contrapeso al poder y otros instrumentos
se dilapiden inmisericordemente
en contra de los propios mexicanos,
ya que, agotado ese dinero, ya no habrá
programas sociales ni becados ni dádivas
ni nada de nada. Habrá discursos
de púlpito robado para “dar bienestar y
felicidad”, de pura palabra, a un pueblo
muerto de hambre.