¿Cómo percibimos los sabores?
Percibimos los distintos sabores a través del contacto de sustancias químicas
solubles con la lengua, también el paladar interviene en ello, así como el epitelio de
la faringe y la epiglotis.
Las moléculas del alimento, se disuelven en la saliva para poder penetrar en la
papila y entrar en contacto con los receptores que están unidos al cerebro. El
cerebro interpreta las señales de los receptores permitiendo sentir los sabores.
Órganos que componen el sentido del gusto
El sentido del gusto también está compuesto por la boca y las glándulas salivales.
La boca es un orificio a través del cual se ingiere el alimento. Está formada por dos
cavidades: la cavidad bucal, entre los labios y mejillas y el frontal de los dientes, y
la cavidad oral, entre la parte interior de los dientes y la faringe.
La boca se encuentra rodeada por unos pliegues de la piel, llamados labios. Dentro
de esta se encuentran los dientes cuya función es cortar, trozar y triturar los
alimentos. En ella también encontramos también la lengua con gran cantidad de
papilas gustativas.
En la cavidad bucal desembocan las glándulas salivales, que secretan la saliva, que
actúa como lubricante, destruyendo las bacterias ingeridas en los alimentos y
comenzando la digestión química de los glúcidos mediante una enzima llamada
amilasa.
Problemas del sentido del gusto
La ageusia: es la pérdida o la reducción del sentido del gusto a causa de
enfermedades de la lengua.
La disgeusia: es una enfermedad que nos hace confundir los sabores de los
alimentos y bebidas.
La hipogeusia: se relaciona a la pobre capacidad de degustar sabores básicos y
comúnmente se conoce como la pérdida del sentido del gusto.
La percepción fantasma del gusto: un sabor en la boca persistente y a menudo
desagradable, a pesar de que no se tiene nada en ella.
El síndrome de la boca ardiente: es un problema médico en el cual la persona
experimenta una sensación dolorosa de ardor en la boca. Aunque puede afectar a
cualquier persona, el síndrome de la boca ardiente es más común en las mujeres
mayores y de mediana edad.
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