Sentarse en los primeros puestos cerca de la maestra.
Enseñarle nuevo vocabulario asociándolo a su vida diaria.
Hablarle de frente para que lea los labios y vea las expresiones faciales.
Enseñarle nuevas palabras con objetos concretos y juegos.
Tratarlo como un niño más. Si se le dice algo y no lo entiende al momento,
se le repite otra vez con calma.
Hablarle claro y despacio para que su cerebro pueda procesar mejor las
órdenes dadas.
Cuando se hable con el niño tratar de evitar ruidos de fondo, centrar su
atención en el lenguaje y en lo que le decimos.
Enseñarle nuevos conceptos desde lo concreto y dejarlo procesar la
información con calma.
Trabajar su atención enfocando lo que se le pide y trabajar una conducta a
la vez.
Utilizar reforzadores para incentivar conductas deseadas.
Utilizar métodos de modificación de conducta como el modelaje para
enseñarle nuevos conceptos.
Vincularse afectivamente con el niño.