Muéstrale el entorno escolar (las aulas, los servicios, el patio de recreo)
haciendo hincapié en los puntos de referencia.
Fomenta el orden entre los alumnos para que el aula esté ordenada.
Cualquier cambio en la ubicación del mobiliario debe ser avisado.
Habla al alumno antes de tocarle o tomarle en brazos, para no asustarle.
Al dirigirte al alumno, identifícate con tu nombre. No juegues a las
adivinanzas ¿quién soy? Avísale cuando te vayas o cambies de sitio.
Enséñale a desplazarse por el entorno con seguridad, autonomía y eficacia.
Prepara para él un armario o estantes para ordenar su material específico:
máquina de braille, libros, atlas, aparatos tiflotécnicos
Enséñale hábitos personales adecuados: sentarse con corrección, cómo
llamar a un compañero, cómo ponerse en una fila, esperar su turno para
hablar
Enséñale gestos de uso corriente: decir sí o no con la cabeza, encogerse
de hombros, volver el rostro hacia la persona que habla, levantar la mano
para pedir el turno de palabra. Todo esto contribuye a mejorar sus
habilidades sociales.
Alternar tareas de cerca y de lejos para evitar el cansancio y la fatiga visual.
El alumno con discapacidad visual debe saber informar a sus profesores,
compañeros y amigos de su discapacidad visual y de sus necesidades.
Haz partícipe al niño de todas las actividades colectivas que se organicen
en clase. Nunca le margines, en ninguna actividad. Busca la forma de
incluirle en el grupo (aunque sea llevando le recuento de goles en un
partido)
Es conveniente disminuir el nivel de «ruidos» en el aula, a fin de que el
mensaje oral no se distorsione.
Favorece el aprendizaje por medio de la manipulación de objetos reales,
maquetas tridimensionales, mapas en relieve...
Si el alumno tiene resto visual vigila que utiliza las ayudas ópticas y no
ópticas que le hayan prescrito (telescopios, microscopios, gafas, telelupas,
rotuladores, papel, colores, filtros, iluminación, atril, etc.) A veces, los