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LAS TRAMPAS DEL EGO Y EL DESPERTAR DEL SER • ARTÍCULO Nuestra mente usualmente no está conforme con lo que hay, usual- mente se pierde en el pasado o en futuro, en busca de motivos para ge- nerar inconformidad, preocupación o fantasías. Esto ocurre cuando nos identificamos por completo con los estándares que impone la sociedad de consumo en este entorno lleno bienes materiales con estructuras, formas, tamaños, colores, olores, texturas, precios y comodidades que nos inundan y desbordan, y sin los cuales creemos que no somos felices. Estos bienes nos impiden ver las ma- nifestaciones de la creación… sim- ple y compleja, sutil y maravillosa de todo lo que ya es; de todo lo que ya se nos ha proporcionado, todo lo que realmente necesitamos, como por ejemplo respirar o comer. Necesi- dades básicas que ya tenemos satis- fechas desde siempre, desde antes del advenimiento de esta era material y consumista que nos está llevando a considerar que nuestros inventos son mejores que las creaciones de la naturaleza… y que al preocuparnos por ocupar posiciones, por hacer y por tener, está llevándonos a alterar y destruir esa esencia de la creación. En la estructura del Ego, la sen- sación de superioridad que se mani- fiesta al buscar culpables, al juzgar a otros y juzgarnos a nosotros mis- mos, a considerar que soy superior y que los demás son poca cosa, que son débiles, la necesidad compulsiva de ganar en una discusión, el deseo de imponer mi razón, el sentirnos seguros teniendo el control de las situaciones o de las personas, así como también la sensación de in- ferioridad a través una postura de víctima ante la vida para obtener la consideración de otros; todas las manifestaciones del miedo; por ejemplo, el miedo a no dar la ta- lla, a no ser suficientemente bueno para ser aceptado, ese mismo condi- cionamiento que nos lleva en otros contextos a la humillación o al ser- vilismo. La sensación de no querer problemas, el anhelo de aquello que no poseemos, la ambivalencia que nos impide concretar proyectos, la resistencia al dolor o la castración de las emociones que también li- mitan nuestra capacidad creativa y nuestra capacidad de amar. La evasión del momento presente por considerar que el pasado fue mejor o que la felicidad está en el futu- ro donde alcanzaré mis anhelos, y mientras tanto me peleo con la pa- reja, los suegros y los vecinos, pen- sando que ya mañana habrá tiempo de arreglar las cosas, cuando el otro u otra me pida perdón porque me ha lastimado y mientras tanto intento auto convencerme de que todo está bajo control, aunque siento un va- cío, aunque me pierdo y nos perde- mos de ser, de estar en paz, de vivir aquí, hoy y ahora. El miedo a pensar que no valemos, nos lleva a mantenernos desapercibidos del mundo, manteniendo todo nuestro potencial encerrado en una urna. El miedo a fracasar en el ámbito familiar o profesional nos lleva a volvernos adic- tos al trabajo descuidando la familia, o llevar cargas de otros no porque seamos buenos de manera genuina, si no por remordimiento, culpa o por necesidad de aprobación; en otras ocasiones nos auto saboteamos cuando enfrentamos una tarea o un reto, llegando al punto de inicio en un círculo vicioso del que no podemos salir aunque pasen los días. En muchos de nosotros, la sensación de no ser suficientemente competente o por el contrario el creernos excesivamente competentes, nos puede llevar a pasar por encima de nuestros semejantes para sentirnos seguros, buscar la admiración o para no sentirnos débiles. La necesi- dad de impresionar, el deseo de reco- nocimiento, nos conduce a aparentar ser mejores, algunas veces se llega hasta hacer trampa para obtener resultados o logros que nos permitan sentirnos valiosos. “Lo más seguro es que hayas aprendido a evaluar tus acciones ba- sándote en el resultado de esas acciones, te han enseñado a enfocar de cara a los resultados” Waine Dyer. Conseguir dinero a cualquier pre- cio para comprar felicidad y llenar vacíos, ya sea comprando placeres (ropa, carros, casas, sexo, drogas), en fin, aspectos vanales. “Las cosas y las condiciones externas pueden dar- nos placer, pero no pueden darnos alegría. La alegría no tiene causa y surge de adentro como alegría de ser” (Eckhart tolle). El querer alcanzar títulos, cargos, objetos, trae sufrimiento y ello ocurre porque hemos trasladado el valor del ser, a la falsa ilusión del hacer o del tener. Creemos que “valgo si hago o valgo si tengo” cuando nada de eso nos sirve para trascender del plano físico. “Toda la industria de la publi- cidad y la sociedad de consumo se de- rrumbarían si la gente se iluminara y dejara de buscar su identidad a través de las cosas” (Eckhart Tolle). Casi todos los seres humanos esta- mos viviendo en la inconsciencia, pen- sando que esto que vemos es todo lo que hay; sin ahondar en que hay más allá del mundo físico, o del origen del universo, de de la vida después de la vida. Pero… ¿Que quedaría si un día se desvanece nuestro mundo? ¿Donde está la felicidad verdadera? ¿Cuál es el propósito trascendente de nuestra existencia? Será que, por contaminar este planeta con nuestros desechos, ¿no nos van pasar factura? Nos hemos desconectado de nues- tro otro yo, de ese ser que a veces se manifiesta cuando no interviene la mente; nos hemos desconectado de la paz, del amor eterno e incondicional de la creación que nos sostiene, de la energía del universo que da vida a todo lo que hay; olvidando agrade- cer a la fuerza invisible que hace que todas las reacciones físicas, químicas y biológicas tengan su lugar en cada organismo, en cada molécula, en cada momento y un orden supremo. En medio del caos, el sol sigue brillando y dando vida de forma directa o in- directa a todo cuanto habita en este mundo, porque todo está interconec- tado y el aire que respiramos proviene de infinidad de reacciones de trans- formación y no somos conscientes y damos todo por hecho. No sabemos quién realmente somos, conectán- donos a la MATERIALIDAD, con- dicionada por nuestro Ego y desco- nectándonos de HUMANIDAD, de la armónica y dinámica danza de la vida, de la naturaleza eterna de todo lo que es, de todo lo que hay, no solo en el mundo, si no en el universo. www.metroflorcolombia.com • Edición 94 Revista Metroflor 87