Edición 13 Revista Huracán - Edición 13 | Page 17

Juveniles del Globo | Por Catalina Pace “Alguien tan chico como ‘Rodri’ y los demás, lo que más necesitan es contención, por eso ellos más ven una figura paternal. Trato de hacer lo que mis refe- rentes en su momento hicieron conmigo, ser como un ejemplo para ellos”, sentencia el capitán del Globo. Siendo uno delantero y el otro defensor, a la hora de enfrentarse en los entrenamientos, ¿hay alguna chicana? Cabral: “Después de cada práctica. Durante el trabajo no tanto, lo tomamos muy en serio”. Araujo: “No, hay mucho respeto de ambos lados.” Si te regala la camiseta el “Pipi”, ¿la encuadrás o la usás? Cabral: “La encuadro y la tengo ahí de recuerdo. Ojalá se dé poder llegar a jugar juntos y sacarnos una foto cuando termine”. Araujo: “Por mi parte si me la pide, entregarle una camiseta a un chico que es compañero y que la quiera, para mí es un elogio”. Haber llegado hasta acá es algo increíble para el volan- te quemero, quien ya pudo superar muchas adversida- des, como lo es vivir lejos de su familia y la gente que más quiere. Sin embargo, sabe que no es suficiente y que para seguir viviendo su sueño no debe bajar los brazos. Con las ganas de seguir en la máxima catego- ría, es consciente que debe entrenar duro y esforzarse cada día. “Me estoy sintiendo muy bien, trabajando siempre de la mejor manera. Estar convocado es un plus para mí y para mi familia para seguir adelante”, resalta Cabral. Años atrás ya lo daba todo, apuntando a ese arco for- mado por cajones de soda con el que su papá le hacía practicar remates en el fondo de su casa, en su Mer- cedes natal. Hoy, ya en Parque Patricios, siguiendo los pasos y consejos que a diario le da Carlos, recuerda: “Siempre soñé con esto y de chico lucho por mis sue- ños”. El apoyo de su gente lo tiene, solo depende de él. Sabe que los sueños están para cumplirse. Rodrigo, ¿cuánto soñabas con entrar en Primera? Todos los días. Antes de acostarme soñaba con debu- tar y poder dar lo mejor. Rodrigo festejando su primer gol. Rodrigo con Rosa y Marcelo, sus padres. 17