A principios del año 2000, la actividad corrió peligro
en el Globo por falta de fondos. Mabel, que había su-
frido hace poco una grave lesión en su rodilla, decidió
alejarse de las canchas y dedicarse al manejo del fútbol
femenino. “Hicimos un trabajo importante en Huracán.
Pude mantenerlo con nada en Primera. Es mi casa, lo
era antes de jugar y hoy también”.
¿Cómo era financiar la disciplina en momentos de crisis?
No nos daban recursos. Mangueábamos por todos
lados, les pedíamos suministros a los médicos. Hasta
hacíamos trabajo de cancheras antes de los partidos.
Hubo días donde lloraba sola en el vestuario porque
no podíamos salir adelante. Pensaba que con nuestra
generación se terminaba el fútbol femenino, pero ésta
superó todo.
¿Sentís que pudiste poner tu granito de arena al desa-
rrollo general del deporte?
Luché mucho desde las sombras. La gente y los direc-
tivos valoran lo que hago. Mi mamá también, aunque
Con Pipi Peralta.
no entendía por qué guardaba plata de mi sueldo para
cubrir gastos del club. Lo hacía con convicción porque
pensaba que se venía algo grande. Logré el objetivo
de que Huracán tenga una actividad completa de fút-
bol femenino. Generamos los espacios que no tenía-
mos en nuestra época.
¿Cómo te impactó la vinculación profesional de las in-
tegrantes del plantel?
Ver que Pipi Peralta firmó su contrato es como que lo
haga yo. Esperé mucho tiempo para estar presente para
eso. Hoy ella puede mantener a sus hijos por ser juga-
dora de Huracán. Tengo una enorme alegría por ello.
¿Quedan metas por cumplir a futuro?
‘La Mabel dirigente’ logró algunos objetivos. Pero la
meta máxima es ganar un campeonato. Cambio todos
los Alumni y reconocimientos individuales por lograr un
campeonato en Huracán. Quiero un torneo o meterme
en la Copa Libertadores. Lograr que las chicas se suban
a un avión para jugar en el exterior sería fantástico.