Edades doradas de las series Junio 2014 | Page 7

En ‘Alfred Hitchcock presenta’, el director y productor se encargaba de presentar cada episodio, haciendo gala de un fino e irónico sentido del humor. Dirigió sólo 17 historias pero siempre aportó a la serie su presencia como anfitrión, una garantía de éxito. La silueta de Hitchcock (acompañada de una no menos mítica sintonía, Marcha fúnebre para una marioneta) fue el preludio de 268 capítulosemitidos a lo largo de siete temporadas, desde 1955 hasta 1960 en CBS y entre 1960 y 1962 en NBC, que la adquirió después. El mismo Hitchcock se encargaba del epílogo y de aleccionarnos con una moraleja final. Premiado con un Globo de Oro al mejor programa en 1957 y tres premios Emmy,aparece también como uno de los cien mejores programas de la historia de la TV en la lista confeccionada por la revista Time.

Como el hijo pródigo, la serie volvió a CBS cuando se amplió su duración de 25 a 60 minutos, rebautizándose así como ‘La Hora de Alfred Hitchcock’. De esta “nueva versión” se emitieron dos temporadas en CBS y una última en NBC y Hitchcock sólo dirigió Yo lo vi todo. En realidad, era más de lo mismo, sólo cambió el nombre y la duración. Ya en 1985, NBC preparó un revival conocido como ‘El nuevo Alfred Hitchcok presenta’. La principal novedad, el color. Se colorearon las presentaciones de Hitchcock y se volvieron a rodar 76 capítulos de aquellos míticos ya emitidos en los años 50, una revisión de un clásico, que, a pesar de los intentos por emular al original, nunca podría lograr el mismo impacto sobre el público que en los años en los que la televisión aún se estaba inventando y los espectadores eran vírgenes en historias.

Los relatos de ‘Alfred Hitchcock presenta’ comparten el misterio, el drama y el suspense como leitmotiv. Muchos de los capítulos narran la historia de seres humanos corrientes que ocultan terribles secretos, que se convierten en despiadados asesinos mientras fingen llevar una vida normal, un escenario recurrente en las producciones del cineasta inglés. Otras entregas trataban de transmitir un mensaje final a modo de fábula nada convencional. Cada capítulo es un viaje por el alma de las personas, mostrándonos nuestra ¿verdadera? naturaleza: estamos dominados por las emociones. Angustia (o Colapso, según la traducción) es un fantástico thriller psicológico condensado en apenas 25 minutos, dirigido por el propio Hitchcock y que le valió un Emmy al mejor montaje.

Un hombre humilla a un empleado cuando se echa a llorar suplicando por no ser despedido. El protagonista se burla de su debilidad, aparentemente es incapaz de empatizar con el sufrimiento de los demás; sin embargo, pronto descubrirá que sólo si logra mostrar su humanidad podrá salvar su vida, literalmente. Tras un accidente de coche, sufre un colapso que lo deja completamente paralizado; entonces asistimos a un desesperado soliloquio de su mente, luchando por mantener la esperanza de poder expresar de alguna manera (sólo puede mover un dedo) que está vivo, mientras ve cómo todos le dan por muerto y está a punto de ser enterrado vivo, algo que provocaba en el espectador un pavor inimaginable. Pero una lágrima, las lágrimas de las que se burlaba sólo unos días antes, le salva de ese terrorífico final.

Este miedo también nos lo metieron en el cuerpo con La última fuga, en mi caso, me temo que para siempre. Recuerdo esta historia como especialmente pesadillesca. Probablemente compartamos el recuerdo del capítulo remake de 1985 y no el del original (emitido en la segunda temporada, en 1964). Cuando volvió a rodarse, ya en color, se cambió al protagonista por una mujer. Pero la trama era la misma y supongo que provocaba la misma inquietud, ya fuera en blanco y negro o con ese extraño filtro de imagen que tenían las series en los 80. El tema, desde luego, no lo inventó Hitchcock, probablemente se nutriera de los relatos de Poe en El Entierro Prematuro, para el escritor “el peor destino posible para un hombre”. Y Hitchcock lo llevó a la televisión de una forma magistral.

pesar de los intentos por emular al original, nunca podría lograr el mismo impacto sobre el público que en los años en los que la televisión aún se estaba inventando y los espectadores eran vírgenes en historias.

Los relatos de ‘Alfred Hitchcock presenta’ comparten el misterio, el drama y el suspense como leitmotiv. Muchos de los capítulos narran la historia de seres humanos corrientes que ocultan terribles secretos, que se convierten en despiadados asesinos mientras fingen llevar una vida normal, un escenario recurrente en las producciones del cineasta inglés. Otras entregas trataban de transmitir un mensaje final a modo de fábula nada convencional. Cada capítulo es un viaje por el alma de las personas, mostrándonos nuestra ¿verdadera? naturaleza: estamos dominados por las emociones. Angustia (o Colapso, según la traducción) es un fantástico thriller psicológico condensado en apenas 25 minutos, dirigido por el propio Hitchcock y que le valió un Emmy al mejor montaje.

Un hombre humilla a un empleado cuando se echa a llorar suplicando por no ser despedido. El protagonista se burla de su debilidad, aparentemente es incapaz de empatizar con el sufrimiento de los demás; sin embargo, pronto descubrirá que sólo si logra mostrar su humanidad podrá salvar su vida, literalmente. Tras un accidente de coche, sufre un colapso que lo deja completamente paralizado; entonces asistimos a un desesperado soliloquio de su mente, luchando por mantener la esperanza de poder expresar de alguna manera (sólo puede mover un dedo) que está vivo, mientras ve cómo todos le dan por muerto y está a punto de ser enterrado vivo, algo que provocaba en el espectador un pavor inimaginable. Pero una lágrima, las lágrimas de las que se burlaba sólo unos días antes, le salva de ese terrorífico final.

Este miedo también nos lo metieron en el cuerpo con La última fuga, en mi caso, me temo que para siempre. Recuerdo esta historia como especialmente pesadillesca. Probablemente compartamos el recuerdo del capítulo remake de 1985 y no el del original (emitido en la segunda temporada, en 1964). Cuando volvió a rodarse, ya en color, se cambió al protagonista por una mujer. Pero la trama era la misma y supongo que provocaba la misma inquietud, ya fuera en blanco y negro o con ese extraño filtro de imagen que tenían las series en los 80. El tema, desde luego, no lo inventó Hitchcock, probablemente se nutriera de los relatos de Poe en El Entierro Prematuro, para el escritor “el peor destino posible para un hombre”. Y Hitchcock lo llevó a la televisión de una forma magistral.

un mensaje final a modo de fábula nada convencional. Cada capítulo es un viaje por el alma de las personas, mostrándonos nuestra ¿verdadera? naturaleza: estamos dominados por las emociones. Angustia (o Colapso, según la traducción) es un fantástico thriller psicológico condensado en apenas 25 minutos, dirigido por el propio Hitchcock y que le valió un Emmy al mejor montaje.

Un hombre humilla a un empleado cuando se echa a llorar suplicando por no ser despedido. El protagonista se burla de su debilidad, aparentemente es incapaz de empatizar con el sufrimiento de los demás; sin embargo, pronto descubrirá que sólo si logra mostrar su humanidad podrá salvar su vida, literalmente. Tras un accidente de coche, sufre un colapso que lo deja completamente paralizado; entonces asistimos a un desesperado soliloquio de su mente, luchando por mantener la esperanza de poder expresar de alguna manera (sólo puede mover un dedo) que está vivo, mientras ve cómo todos le dan por muerto y está a punto de ser enterrado vivo, algo que provocaba en el espectador un pavor inimaginable. Pero una lágrima, las lágrimas de las que se burlaba sólo unos días antes, le salva de ese terrorífico final.

Este miedo también nos lo metieron en el cuerpo con La última fuga, en mi caso, me temo que para siempre. Recuerdo esta historia como especialmente pesadillesca. Probablemente compartamos el recuerdo del capítulo remake de 1985 y no el del original (emitido en la segunda temporada, en 1964). Cuando volvió a rodarse, ya en color, se cambió al protagonista por una mujer. Pero la trama era la misma y supongo que provocaba la misma inquietud, ya fuera en blanco y negro o con ese extraño filtro de imagen que tenían las series en los 80. El tema, desde luego, no lo inventó Hitchcock, probablemente se nutriera de los relatos de Poe en El Entierro Prematuro, para el escritor “el peor destino posible para un hombre”. Y Hitchcock lo llevó a la televisión de una forma magistral.