Excavaciones arqueológicas nos hacen saber que el valle cusqueño (salvo su fondo, entonces
pantanoso) ya estaba habitado por pobladores indígenas hace cerca de tres milenios. Hacia el siglo XII,
según la leyenda, salieron de las aguas del Lago Titicaca, Manco Cápac y su hermana y esposa Mama
Ocllo, semidioses e hijos del padre Inti (el dios Sol), con la meta de crear un nuevo reino para que
mejorara lae vida de los pueblos. Manco Cápac y Mama Ocllo tendrían que caminar hasta encontrar un
lugar en la tierra en donde se hundiera el gran cetro de oro que portaba Manco Cápac, caminaron al
norte y llegaron hasta Pacárec Tampu (Pacaritambo) en donde descansaron en una pequeña cueva; al
amanecer continuaron hacia el norte hasta llegar al cerro Huanacaure y allí se hundió el cetro, y fundó
la ciudad de Cusco. También llamada Qosqo o Cuzco.
El Virreinato del Perú fue una entidad político-administrativa fundada en 1542 tras el sometimiento del
Imperio Inca. Abarcó, en su máxima extensión, territorios que actualmente se corresponden con Perú,
Ecuador, Bolivia, Colombia, parte de Argentina y Chile. Los primeros asentamientos comienzan a
desarrollarse tras la captura de Cuzco, principal Francisco Pizarro ciudad inca, por parte de Francisco
Pizarro, en 1534. El virreinato vivió cuarenta años de caos administrativo, fruto del choque de intereses
entre los distintos conquistadores, y el desigual reparto de la tierra.
En julio de 1821, luego de abandonar Lima, el virrey teniente general José de la Serna e Hinojosa (18211824), durante el reinado de Fernando VII de España (1813-1833) de la Casa de Borbón, hizo retorceder
sus fuerzas militares hasta Jauja (Junín). En diciembre, mantuvo su principal contingente de guerra en
esta ciudad, pero trasladó al Cusco su sede de gobierno, su cuartel general, la casa de moneda y la
imprenta oficial del Estado. Toda la sierra central y del sur, la zona del país más rica en minerales,
siguió bajo el poder español. La antigua ciudad mayor de los incas vino a ser, durante este período,
capital del imperio español en América del Sur, como sostiene Félix Denegri Luna (1980). Cusco
mantuvo este sitial hasta el 22 de diciembre de 1824, cuando el cabildo cusqueño reconoció la
Capitulación de Ayacucho y aceptó recibir como prefecto al general Agustín Gamarra, cusqueño de
nacimiento, quien asumió el cargo el 24 de diciembre de ese año.