tarea tan fácil; muchas de ellas no pueden empezar a volar sin la ayuda del viento: lo típico es que corran contra él, formando colchones de aire que la elevan. El albatros viajero, de alas muy largas, no puede batir sus alas con rapidez: por eso habita siempre en lo alto de las quebradas, dejándose caer en el aire; cuando se juntan a vivir en grupos, suelen hacer fila para los despegues.
Ya en el aire casi todas las grandes aves han aprendido a mantenerse con un mínimo de gasto energético; los albatros pueden pasar horas sin batir una sola vez las alas, y es porque conocen muy bien las zonas de viento en las cuales planean, a medida que pierden altura giran contra él y vuelven a ganar altura: lo logran gracias a la configuración de sus alas, curvas hacia atrás y de todos modos flexibles. Muchos albatros viven en zonas tan ventosas como la Antártida; los primeros siete años de su vida casi no hacen otra cosa más que volar sin poner sus patas en tierra y descendiendo al mar ocasionalmente para alimentarse; llegada la edad madura se reúnen en tierra durante varias semanas, se aparean y crían a su único polluelo; luego retoman el vuelo hasta el año siguiente.
Otras aves como los buitres africanos no habitan un medio ventoso, pero también tienen su técnica: se arrojan desde los árboles o corren y planean a ras de suelo sin intentar elevarse, hasta que llegan a una zona de aire caliente que los eleva; las zonas con vegetación son relativamente frías comparadas con las zonas rocosas, que no absorben el calor: el planeo avanza entonces hacia las zonas rocosas donde pueden elevarse; en el aire forman espirales de altura, aprovechando siempre la columna de aire caliente.
Una vez bien arriba son capaces de mantenerse en la térmica, buscando animales muertos o heridos, o bajar nuevamente a planear para buscar una nueva columna: de esta manera pueden recorrer unos 100 km. por día. Cuando los buitres localizan alguna presa, por medio de su excelente olfato, se reúnen en grupos a disputársela; si quedan saciados ni siquiera pueden volar, teniendo que reposar sobre algún árbol cercano.
Pocas aves pueden planear tanto tiempo como los albatros y los buitres, quizás porque no tienen alas tan grandes; la mayoría de aves debe estar constantemente batiendo las alas para no caer, con un movimiento de remo, y controlando la dirección mediante la cola. La mayoría vuela de día, y todas tienen una vista excelente; el águila ve en la lejanía ocho veces mejor que un hombre; las lechuzas, aves nocturnas, han“ sacrificado los detalles por la sensibilidad”: detectan todo tipo de movimiento con un mínimo de luz, con la décima parte de la
10