lloraban, en la sala, junto a Boston muerto y, en la única pieza, yacía
Quique, al cual observé con mucho cuidado hasta notar, a un lado suyo,
un poco de vómito, salpicado de sangre, pedazos de vidrio y salchichón.
La impresión que esto me generó también me impidió evitar la reacción
de Chepe: que lamió el vómito, quizá tragó un poco, total que ambos
murieron antes de lo que canta un gallo. Por eso, mijo, con todo lo
anterior, le respondo a la pregunta de hace días, cuando empezamos a
conversar sobre mi vida. Por eso no volví al pueblo: esta ciudad mató lo
poquito que me ataba a él».
Julio Mauricio González Arbeláez
Johao Fernández Vélez (Raya Mental)
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