tremenda variedad de grises, verdes, azules pastel,
amarillos, anaranjados, pero el color más intenso
es el rojo que se ha plasmado en las nubes del sur
he inundan las montañas de pasión, de sangre, de vino
del mismo rojo carmesí, que traspasa la lluvia
y penetra la tierra y de igual forma mi alma de poeta,
qué gratificante es ver de nuevo mi pueblo natal
con su neblina que abriga y acaricia a través de los poros
y los ojos verdes de la abuela.
Después de algunos días
veo claramente rostros formados
en los nubarrones, voces silenciadas
en esos arreboles al rayar el alba,
en ese loco amanecer de enero.
Veo una lágrima candente
que baja por tu rostro
querido comandante.
Veo hombres y mujeres,
ancianos y niños,
veo jóvenes y veo un indio,
veo al cacique Sinitavé.
Son los espíritus de esta tierra
que en esa mañana de enero
Reclaman por tanta sangre
derramada en este territorio.
Ya la familia hizo el aporte a la patria
Lo único que puedo hacer es escribir.
Cuando salía de mi pueblo
en el capacete de un bus escalera
una mágica y fría mañana de enero,
solo escuchaba…
¡Gritos desde la neblina!
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Andrés Calle