Dí Arte Folleto Dí Arte 6 | Page 18

UN SECRETO A VOCES En la sala de mi casa estaban mi tía Gertrudis, mi mamita Teresa y las tres doñas más curiosas del barrio; una de ellas se llamaba Amparo y escuchaba con atención todas las conversaciones para luego irlas a esparcir por todo el barrio, dando rienda suelta a su imaginación; la otra se llamaba Emma, que con su tono burlesco narraba todos los acontecimientos y sucesos que pasaban en el barrio. Pero entre las tres, la más peligrosa, la más glotona, la más curiosa, era Leticia, pues daba las mentiras por verdades. Estas tres doñas llegaron a mi casa con una misión: confirmar lo que todo el barrio comentaba. Leticia le preguntó a mi mamita: Doña Teresa, ¿qué tiene la muchacha suya, la Gertrudis, que no la vemos asomar a la ventana, y mucho menos a la puerta? Mamita no contestó, por el contrario, puso sus brazos en la cintura formando una jarra y su cara se transformó, ciñó el entrecejo, su cálida mirada perdió la tranquilidad, sus labios quedaron dentro de su boca; evidentemente estaba descompuesta, la situación de mi tía Gertrudis la descomponía. Acalló la conversación y despidiéndose de las vecinas, con paso lento, se dirigió a su habitación en compañía de mi tía Gertrudis. Las tres doñas al ver el abandono en que se sumía su respuesta, decidieron despedirse y salir de la casa. En el corredor que daba a la calle estaba yo jugando con mis muñecas, al notar mi presencia, estas tres curiosas e impertinentes vecinas se codeaban entre ellas apretando los labios y, por supuesto, Leticia, la vocera, me preguntó con voz bien bajita: -Estelita, ¿qué es lo que tiene tu tía Gertrudis? ¿De qué está enferma? En medio de mi ingenuidad, creyendo que “El chucho” me llevaba si decía mentiras, que mi mamá me castigaba si no decía la verdad, le contesté: 18 -Doña Leticia, mi tía no está enferma, lo que pasa es que ella va a tener un niño.