CONCLUSIÓN
Nos hemos referido aquí, esencialmente, al profesor, al profesor en su clase, a] profesor dando su clase. El rigor y el sentimiento en la cátedra no es de los alumnos, es del maestro. Pero tal vez esta referencia Única parezca mutilar el tema, quizás se le vea como un estudio cercenado.
No lo estimo así. Para quienes creemos, sin arrogancias ni egocentrismos, que la figura central del proceso de enseñanza-aprendizaje es el maestro, un estudio sobre el tema no fragmenta, ni recorta nada, Pero no estamos solos; don Luis González Obregón y el propio Justo Sierra consideraron que “la vida de toda enseñanza está en la palabra del profesor”16. De ser esto así, mi ensayo sólo ha querido mostrar algunos caminos para perfeccionar esa palabra. 16 En Gabriel Ferrer de Mendiola, El maestro Justo Sierra, Biblioteca Enciclopédica Popular, SEP, 1944.
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1.En el periódico El Ciudadano, Nª 20, Año II, Sep-91,p. 11
2Estela Ruíz Larraguível. “La práctica docente en la UNAM: posible escollo para la transformación académica universitaria”. En Perfiles Educativos,3 Ene-Jun., 19%, No. 47, p. 49
Aníbal Ponce. La educación y lucha de clase, Ed. El viento y el mundo, Buenos Aires, 1973, p. 149.
4Erich Fromm. El corazón del hombre, Fondo de Cultura Económica, 1972, p.2O-2l. 5Op. cit., p.29 a 30. E. Toulmin, El puesto de la razón en la ética. Trad. de I.F. Ariza, con Pról, de José Luis Aranguren. Revista de Occidente, Madrid, 1964, p. 124-125.
9Umberto Eco, Apocalípticos e integrados e integrados. p. 88. En El Espectador, Revista de Occidente, p. 471. Ver el vigente estudio de Hans Kelsen, Esencia y valor de la democracia, Trad. de Luis Legaz y Lacaoibra y otro. Editorial Labor, SA,, Barcelona-Buenos Aires. Biblioteca de Iniciación Cultural, varias ediciones.
Bibliografías