esto no se requiera: el lector hace sus propias pausas.
La exposición verbal, en cambio, es diferente: quien habla y quienes escuchan se cansan por igual y precisan de un reposo. Éste se logra con una anécdota, con un ejemplo tal vez rudimentario, con una comparación o una metáfora y hasta, por qué no, y como dije antes, con una broma.
En mi curso(REVISAR) introductorio de Infonnática en 1991 pude observar cómo, después de transmitir una orden a la computadora y ver aparecer en la pantalla el resultado, los alumnos (todos, profesores de la Preparatoria No. 7) expresábamos regocijo con una exclamación general. El milagro de la computación nos sorprendía gratamente y nos ataba, Casi éramos como chicos asombrados ante un nuevo y milagroso juguete, con cualidades Inimaginables. Esto es como para imitase, sin convenirse en una computadora. Si al impartir la clase mostramos claramente la magia que encierra el conocimiento y ayudamos al alumno a reconocer ese prodigio, asombrándonos también nosotros mismos, su eficacia será mucho más duradera. Y aunque no fuera el campo vocacional de quien escucha, le servirá para tener amor por la cultura.
Utilizando un ejemplo del Alfred Ayer, parafraseándolo, un maestro nos decía: “José bosteza, lo que significa que José está aburrido en clase. pero al bostezar, José no me está diciendo a mí: ‘Profesor, yo estoy aburrido’, sino simplemente bosteza y al hacerlo exterioriza su aburrimiento”. Si en vez de bostezar dijera: “Estoy muy aburrido”, decirlo no conformaría tampoco un juicio enunciativo, sino el medio por el cual externa su aburrimiento, como lo hace con su bostezo. El hecho que sucedía en el aula era, sin embargo, que el José que bostezaba no era un José hipotético, sino quien esto escribe, y el profesor Wonfilio Trejo me miraba y señalaba, provocando que no sólo yo, también la clase entera, riera y luego guardara mayor atención.
Utilizando un ejemplo del Alfred Ayer, parafraseándo-
lo, un maestro nos decía: “José bosteza, lo que significa que José está aburrido en clase. pero al bostezar, José no me está diciendo a mí: ‘Profesor, yo estoy aburrido’, sino simplemente bosteza y al hacerlo exterioriza su aburrimiento”. Si en vez de bostezar dijera: “Estoy muy aburrido”, decirlo no conformaría tampoco un juicio enunciativo, sino el medio por el cual externa su aburrimiento, como lo hace con su bostezo. El hecho que sucedía en el aula era, sin embargo, que el José que bostezaba no era un José hipotético, sino quien esto escribe, y el profesor Wonfilio Trejo me miraba y señalaba, provocando que no sólo yo, también la clase entera, riera y luego guardara mayor atención.
José Castillo Farreras Rigor y Sentimiento en la catedra
doxa 38