Describir el proceso en el que el profesor enseña verbalmente es el objeto de este breve ensayo; aunque no se trata del proceso real, sino de uno imaginario, no es el ser de tal proceso, o no necesariamente lo es, sino lo que para mí es su deber ser. Menos es la descripción total del proceso de enseñanza-aprendizaje, pues aquí no se habla, por ejemplo, y entre otras muchas cosas omitidas voluntariamente, de visitas guiadas, ni de prácticas de laboratorio, ni de tareas a los alumnos, etcétera.
Al escribirlo he pensado en la educación media superior universitaria, en la Escuela Nacional Preparatoria y, por supuesto, en mis propias lecciones, que han sido en realidad mis “fuentes”, pero estimo que mis consideraciones pueden ser válidas para cualquier asignatura y en cualquier nivel, aun en el posgrado, ya que a fin de cuentas sólo se trata de la descripción de un posible método expositivo-verbal o clase “teórica” y de algunas características con que a mi juicio debe contar el ‘buen” maestro.
En su artículo “Clase y educación. El mito de la igualdad”, Rafael Segovia dice:
“Dejando de lado las motivaciones sindicales, políticas e incluso personales, el temor ante nuevas obligaciones y mayores esfuerzos mal retribuidos conduce al inmovilismo”1. Segovia se refiere a los maestros, mal pagados y cada vez con mayores cargas de trabajo que no escapan a la proletarización.
Rigor y Sentimiento en la catedra José Castillo Farreras
doxa 28
Rigor y Sentimiento en la catedra