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D O N B O SC O M A G AZ I N E
LUNES 27: UN SUEÑO NO CUMPLIDO...
En el nombre del
Padre…
Ambientación
Desde bien pequeño
Don Bosco siempre
quiso ser misionero.
Fue un sueño que realmente no llegó a ver
cumplido, porque jamás fue a misiones,
aunque envió a miles
de misioneros en vida
y aún hoy hay muchos
hombres y mujeres en
todo el mundo que
viven intensamente el
sueño misionero de
Don Bosco.
Madre Mazzarello y las
Salesianas fueron here-
“Tengo prometido
a Dios que hasta
mi último aliento
será para mis
queridos jóvenes”
(Don Bosco)
deras y continuadoras
de este sueño misionero y fueron pioneras
en lugares de misión
donde otros no habían
entrado.
Para
comprender
mejor…
Te proponemos un
fragmento que tuvo
Don Bosco sobre las
misiones en 1886:
DE VALPARAÍSO A
PEKÍN
En la noche del 9 al 10
de abril, encontrándose [Don Bosco en Barcelona, tuvo un sueño
misionero [...]
Don Bosco se encontraba en las proximidades de Castelnuovo,
sobre el cerro denominado Bricco del Pino,
cerca del valle Sbarnau.
Dirigía a todas partes
su mirada, pero lo único que distinguía era
una densa espesura de
bosque que lo cubría
todo recubierta al mismo tiempo de una cantidad innumerable de
hongos.
Don Bosco vio a Don
Rua y a Don José Rossi
y llamó a ambos, pero
ellos continuaron silenciosos y no respondieron ni con un ademán.
Entonces descendió de
aquel montículo y des-
pués de caminar un
rato llegó a otro desde
cuya altura descubrió
una selva, pero cultivada y atravesada por
caminos y senderos.
Desde allí dirigió su
mirada alrededor, proyectándola hasta el horizonte, pero, antes
que la retina, quedó
impresionado su oído
por el alboroto que
hacía una turba incontable de niños.
A pesar de cuanto hacía por descubrir de
dónde procedía aquel
ruido, no veía nada;
después, a aquel rumor
sucedió un griterío como el que estalla al
producirse alguna catástrofe. Finalmente
vio una inmensa cantidad de jovencitos, los
cuales, corriendo a su
alrededor, le decían:
—¡Te hemos esperado, te hemos esperado
tanto tiempo, pero finalmente estás aquí;
ahora estás entre nosotros y no te dejaremos escapar!
Don Bosco no comprendía nada y pensaba
qué querrían de él
aquellos niños; pero
mientras permanecía
como atónito en medio de ellos, vio un inmenso rebaño de corderos conducidos por
una pastorcilla, la cual,
una vez que hubo separado los