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Reconocer la importancia de la conciencia y voluntad del hombre libre, que Rousseau considera el ser natural, es percatarse de la propia existencia, dejar a un lado las banalidades de lo material y trascender, citando a Marilyn Harris: "Lo único que vale la pena es darte cuenta de que estás vivo, que algún día morirás [...], de modo que eres ignorante de tu destino y por esa misma razón no puedes hacer nada para evitarlo, lo mejor es que te sientas vivo, que de verdad comprendas que lo estás, ya que si consigues que el sentimiento de la existencia penetre en ti podrás afirmar que sabes algo." (Harris, 1982, Colombiana)
Finalmente, es oportuno resaltar cómo el hombre llega a ser lo que es, inclinándonos a la bondad como un estado natural del existir antes del ser, sin dejar a un lado los errores que cometen los individuos al sucumbir a sus pasiones superficiales.
El hombre nace sin sustancia, postura que sostiene el existencialismo: "él comienza a existir y luego se define" (Sartre, 1942); al principio no es más que una hoja en blanco, si bien puro e inocente, conforme crece forja su esencia con las decisiones que toma.