Octavio Paz: lecturas desde la izquierda.
Poco duró el aniversario de Octavio Paz. Algunos coincidirían en que fue eclipsado
por la muerte de Gabriel García Márquez, pues de pronto las ferias del libro de
marzo y abril bajaban de los exhibidores principales El arco y la lira y El laberinto de
la soledad, para dar paso a El Coronel no tiene quien les escriba, y el mítico Cien
años de soledad. Así es la inmediatez de la literatura. En esta época de consumo y
espectáculo el calendario de las editoriales se marca al ritmo del próximo premio,
del próximo homenaje, del próximo difunto…
Pero los tributos y aniversarios, cumplen algo más que una estrategia de ventas.
Como suele acontecer en los aniversarios de escritores y artistas, cada quien busca
llevar “agua a su molino” con la memoria del difunto. Se iluminan u oscurecen partes
de la vida del personaje para generar una narrativa, más o menos coherente, que
acometa con el objetivo político/instrumental que se busca. Los cien años de la
natalicio de Octavio Paz lograron homologar las líneas discursivas de Televisa, la
Presidencia, Conaculta, Krauze, Letras Libres y todo el mainstream intelectual, para
consagrar un Paz símbolo de la libertad de expresión, un Paz cosmopolita, un Paz
demócrata y liberal, un Paz en fotografías de su etapa madura, que dan ganas de
abrazarlo y de nombrarle “abuelo de México”, un Paz casi políticamente correcto…
Pocos recordaron a Octavio Paz en su juventud, a su poesía temprana, al Paz
vasconcelista, al alfabetizador de campesinos en Yucatán, al artista comprometido
o al corresponsal de la Guerra Civil española. Poco énfasis se hizo en su calidad
moral, en su renuncia a la embajada de la India para solidarizarse con los
estudiantes caídos en Tlatelolco, en su carácter siempre crítico, autocrítico y de
pensamiento insumiso frente al gobierno. Pocos remembraron al Paz de
contradicciones. Nadie retrató sus matices, porque a nadie convino o porque
resultaba poco coherente el ganador del premio nobel con el apologista del
Salinismo. Lo cierto es que ambos son rostros de la misma cara, pues la subjetividad
que acompaña al autor a lo largo de su vida, es precisamente aquello que concede
grandeza a su obra.
Hoy en día Octavio Paz es una bandera para el sector de derecha que se asume
como “liberal” y “demócrata”, quienes defienden en primer orden los derechos
políticos y las libertades civiles antes que los derechos económicos y sociales.
Quienes se reconfortan en criticar al sistema desde el sistema y quienes han
encontrado en Paz una trinchera desde la cual denostar los intentos “totalitarios”,
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