espada de doble filo, oscilando eternamente entre la dicha y el infierno. Y para aquel
que es capaz tan extraordinarias historias, la muerte no puede más que significar el
más grande de los consuelos, la más pura de las libertades. Como dijo mi amigo
Jaime Carcaño: "Un escritor que muere, es un escritor que es libre, al fin, de sus
omnipotentes y malintencionadas creaciones".
El escritor se fue pero la obra vive y vivirá por siempre, porque el deseo humano de
contar historias y crear literatura es inmortal.
Gracias y descansa en paz, Gabriel García Márquez.
César Galicia
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