En la lectura prospectiva del sector edificador para el
año 2019 se deben tener en cuenta varios factores.
En primer lugar, están las condiciones del contexto
económico previsto para el país y la economía. El
escenario de crecimiento económico proyectado para
2019 señala una variación del PIB de 3,3%, cifra que
supera el 2,6% estimado para el cierre del 2018. Esta
aceleración en la dinámica de crecimiento del país se
traducirá en mayor generación de empleo y el despegue
en los componentes de consumo e inversión, así como
el repunte de varios sectores productivos.
A nivel sectorial se evidencian señales muy favorables en
materia de crecimiento, con repuntes en sectores claves
para la sostenibilidad del empleo como el comercio
y la industria, a tasas de 5% y 3% respectivamente.
Más signos adhieren a un escenario de repunte en la
actividad económica, como la demanda de energía, la
confianza del consumidor y los tipos de interés, lo que
configura una atmósfera de optimismo para prever el
2019.
En materia de construcción, después de un año y medio
de ajustes sucesivos, las nuevas condiciones no se
alejan de una lectura positiva. Actualmente, los niveles
de tasas de interés hipotecaria están históricamente
bajos, hay un tendencial y positivo dinamismo en la
intención para la compra de vivienda en las ciudades
del país, se mantiene activo el canal de crédito, la
demanda de vivienda repunta cuando la economía da
señales de recuperación, y si eso conlleva a una mayor
generación de empleo, ojalá formal, la recuperación de
la construcción se puede materializar sin contratiempos.
Sin embargo, no se pueden dejar de lado los temas
importantes y urgentes para hacer realidad esas
expectativas. Por un lado, se requiere que los programas
de vivienda social sigan imprimiendo dinamismo para las
7 de cada 10 viviendas sociales que hoy dependen de
los subsidios. Así mismo, es necesario que el marco de
mecanismos que rodean el desarrollo, comercialización
y financiación de la vivienda social sigan vigentes, ya que
además de su meritorio efecto social y económico, son
coherentes con las prioridades de gasto social del país.
A lo anterior, hay dos factores concretos que podrán aportar
mucho al contexto de recuperación del sector. El primero
es la seguridad jurídica. Es cada vez más frecuente que
los proyectos en construcción se vean afectados por
decisiones administrativas o judiciales que ponen en riesgo
su desarrollo. El segundo es la eficiencia regulatoria. La
carga de trámites complejos y normas desarticuladas
restan dinamismo y competitividad al sector. Con acciones
de política pública en esta dirección, y aprovechando las
mejores condiciones de mercado, podemos hacer de 2019
un año de crecimiento, y en eso estaremos enfocados desde
el Gremio.
En ese contexto llega la edición N.41 del Directorio de la
Industria de la Construcción, que contiene más de 20.000
empresas de todas las ramas industriales, comerciales
y de servicios relacionadas con la cadena de valor de la
construcción en Colombia. Esta publicación constituye
una herramienta estratégica para todos los actores. Los
invitamos a consultar esta nueva edición.