El concepto de Humanidad no es un concepto biológico, sino un concepto histórico, fundado
en la identificación romántica de tradición e historicidad. La Humanidad es la tradición
ininterrumpida y continua del género humano, tradición condicionada por la continuidad
biológica de su desarrollo, pero que incluye todos los elementos de la cultural y de la
civilización del género humano. La Humanidad no es más que la tradición divinizada; una
tradición que comprende todos los elementos objetivos y subjetivos, naturales y espirituales,
que constituyen el hombre.
Así entendida, implica, en primer lugar, la idea del progreso. El progreso es “el desarrollo del
orden”. El concepto del mismo fue establecido en la Revolución Francesa. Pero tal concepto
no hubiese podido completarse de no haberse antes hecho justicia a la Edad Media, por la
que la Edad Antigua y la Edad Moderna están, al mismo tiempo, separadas y unidas. La
Tendencia final de toda vida animal consiste en formar un Gran Ser, más o menos análogo a
la Humanidad. Esta disposición común no podía, con todo, prevalecer más que en una sola
especie animal; por esto, toda especie animal fuera del hombre es “un Gran Ser más o
menos abortado”.
JOHN STUART MILL
La lógica:
Para el positivismo de Stuart Mill, el recurso a los hechos es continuo e incesante, y no es
posible ninguna dogmatización de los resultados de la ciencia. La lógica tiene como fin
principal abrir brecha en todo absolutismo de la creencia y preferir toda verdad, principio o
demostración a la validez de sus bases empíricas.
En la Introducción de la Lógica, Mill se desembaraza de todas las cuestiones metafísicas
que, según afirma, caen fuera del dominio de esta ciencia, en cuanto es la ciencia de la
prueba y de la evidencia.
Está generalmente admitido que la existencia de la materia o del espíritu, del espacio o del
tiempo, no es por naturaleza susceptible de ser demostrada, y que si hay algún conocimiento
de ella, debe ser por intuición inmediata. Pero una “intuición inmediata” que caiga fuera de
toda posibilidad de investigación y de razonamiento está privada de significación filosófica. Al
lado de la eliminación de toda realidad metafísica está la eliminación de todo fundamento
metafísico o trascendente o, en general, no empírico de las verdades y de los principios
universales. Todas las verdades son empíricas: la única justificación del “esto será” es el
“esto ha sido”. Las llamadas proposiciones esenciales son puramente verbales: afirman de
una cosa indicada con un nombre sólo lo que es afirmado por el hecho de llamarla con este
nombre. Son, por tanto, fruto de una pura convención lingüística y o dicen absolutamente
nada real sobre la cosa misma. Lo que llamamos axiomas son verdades originariamente
sugeridas por la observación. Tales axiomas no tienen un origen diferente de todo el resto de
nuestros conocimientos: su origen es la experiencia.
HERBERT Spencer
Spencer ofrece una visión evolucionista de la realidad que, como la ley de los tres estados,
tiene también consecuencias políticas y sociales. A pesar de sus protestas, no deja Spencer
de ser positivista, pues basa el conocimiento en el desarrollo intelectual de la humanidad,
busca construir la ciencia y la filosofía sobre una base empírica, rechaza la metafísica y
ofrece la ciencia social como el único vehículo capaz de estudiar la sociedad.
Spencer toma la condición biológica de la humanidad como dato concreto, innegable y
esencia