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¿Hay signos de que una persona tiene un aneurisma?
La mayoría de los aneurismas son muy pequeños y nunca causan síntomas.
Algunas personas descubren que tienen un aneurisma solamente cuando
el aneurisma estalla (se rompe, sangra, tiene una pérdida, se produce una
hemorragia) y provoca un dolor de cabeza intenso o incluso la pérdida
de conciencia. Otros aneurismas se descubren cuando aumentan de
tamaño y ejercen presión sobre los nervios, lo cual provoca problemas
como visión doble.
Aneurismas rotos
Los aneurismas que han presentado una hemorragia se denominan aneurismas
rotos. Cuando el aneurisma se rompe, la sangre del aneurisma generalmente va
al líquido cefalorraquídeo que hay en el espacio que rodea el cerebro (el espacio
subaracnoideo). Este tipo de hemorragia se denomina hemorragia subaracnoidea.
La ruptura de un aneurisma normalmente provoca un dolor de cabeza intenso y
repentino que los pacientes describen como “el peor dolor de cabeza que
han tenido en la vida”. Otros signos de hemorragia subaracnoidea son náuseas
intensas y vómitos, rigidez de cuello e incluso pérdida de conciencia.
La hemorragia probablemente dura solo algunos segundos, pero puede tener
varias consecuencias. La sangre puede destruir o dañar células cerebrales, ejercer
presión sobre el cerebro o hacer que los vasos sanguíneos se estrechen. Este
estrechamiento se denomina vasoespasmo (espasmo). El vasoespasmo puede
provocar un infarto cerebral si las arterias se estrechan hasta el punto en que
no llega suficiente sangre al tejido cerebral. Si hay mucha sangre en el líquido
cefalorraquídeo, el movimiento normal de ese líquido se puede enlentecer
o bloquear, lo que ejerce presión sobre el cerebro y causa lo que se
denomina hidrocefalia.
Aneurismas no rotos
La mayoría de los aneurismas son bastante pequeños y no causan síntomas,
a menos que se rompan. Los aneurismas no rotos pueden detectarse por
casualidad en pruebas realizadas para otros problemas, como dolores de cabeza
o enfermedad de las arterias carótidas. En algunas ocasiones, los aneurismas no
rotos pueden aumentar de tamaño y presionar los nervios cerebrales, provocando
problemas como visión doble, párpados caídos o dolor detrás de los ojos. En muy
pocas ocasiones los aneurismas no rotos provocan dolores de cabeza crónicos.
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