muchos viven con traumas pasados, otros seguramente no han
resuelto y otros ya resueltos aún tienen pesadillas al dormir.
Y no es exactamente el dolor que sufrieron muchos antes
de morir, o los que aún viven como lo lograron hacer; lo que llama
poderosamente la atención es la mente, el convencimiento, el
poder, la autoridad, el gran discurso del Señor Hitler,
apoderándose de muchos ciudadanos para que cometieran su
obra, matar sin piedad; como si la muerte fuera algo que les
perteneciera, algo que ellos decidieran, y de los demás, que
aunque no fueran los que cometían los actos en si, ayudaban y
estaban a favor, no alzaban en contra su voz para defender a las
víctimas, se sabe que algunos hicieron mucho para salvar vidas
pero esto es minoría, la mayor parte de la población era culpable
y nunca se sintieron así, alegando que simplemente obedecían
órdenes. ¿Que tan fácil es hacer que la mayoría obedezca ordenes
para la destrucción, ideologías deshumanizadoras, cometer
atrocidades?, es tan sencillo. Interiorizar la maldad parece una
tarea placentera.
Desde el enfoque psicosocial se puede observar como
situaciones de injusticia social propicia la aparición de líderes
“divinos” con el soporte de la mayoría de las personas. Es la
mezcla de preocupación, odio y resentimiento que llevó a los
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