A lo largo de los años, el odio hacia diferentes personas
por su origen étnico o religión ha estado presente. Desde la Edad
Media, se comenzó a utilizar el término antisemitismo para hacer
referencia al odio hacia los judíos. Este odio alcanzó su auge con
el movimiento antisemita nazi encargado de perseguir y
exterminar a los semitas que es como se les conoce a los judíos.
Sin embargo, discriminar a aquellas personas que piensan
diferentes, según la perspectiva de otros, es un acto intolerante,
no se debe rechazar individuos que provienen de diferentes
latitudes geográficas y la discriminación ha provocado
repercusiones negativas, tanto psicológicos como emocionales en
las personas. El desprecio hacia diferentes razas y grupos étnicos
a través del tiempo ha dado origen a la discriminación como
fuente inagotable de conflictos.
Hoy en día es muy común el choque social-cultural e
ideológico entre Occidente y Oriente, como resultado de las
consecuencias del holocausto y el antisemitismo del siglo XIX.
Cada forma de pensar propia fue heredada y ha sido inculcada de
generación en generación, por el simple hecho de la intolerancia
y la falta de aceptación de eventos del pasado, que aún sigue
calando en el corazón de un pueblo herido por la persecución de
sus antepasados. Querub Caro (2016) afirma lo siguiente:
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