antropológicas que apoyaban la clasificación de poblaciones
humanas en razas humanas físicamente diferentes, las cuales
podían ser calificadas como superiores o inferiores, con esto nacía
en Europa el racismo científico que hoy en día es considerado una
pseudociencia, pero que fue de fundamental importancia para la
comunidad científica de la época. Ya para el siglo XIX, el campo
de la biología y las ciencias naturales habían despertado el interés
de toda la sociedad científica con la famosa teoría de la evolución
de Darwin, esta proponía que todas las especies existentes en el
planeta provenían de un origen en común y por medio de la
selección natural solo los organismos más aptos lograban
sobrevivir, mientras que los mas débiles o menos aptos estaban
destinados a la extinción. La selección natural de Darwin no solo
interesó a los científicos de la época, sino también a los
sociólogos que vieron en ella la justificación para el imperialismo
europeo que se basaba en la supremacía del más fuerte. Así pues,
Herbert Spencer en su obra indicaría que la teoría de la evolución
tenía también implicaciones sociales y esto explicaría la
competencia por los recursos naturales entre diferentes naciones,
etnias o clases sociales que actuaban en una lucha constante por
sobrevivir. Es así como en la década de 1880 se realizó el reparto
de África entre las principales potencias europeas que se vieron
con derecho de dividirse el continente para colonizarlo y explotar
sus recursos.
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