DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 634
Salvador Borrego
grupo" de traidores del Departamento de Estado americano, que había entregado Cuba al
comunismo.
Para proteger al marxismo en Cuba se ha hecho ondear la patraña de la -"no
intervención", principio que jamas se practica cuando se trata de acosar y derrocar a
regímenes no gratos al marxismo. En momentos en que el comunismo internacional está
interviniendo en contra del pueblo cubano, no es válido que América se cruce de brazos
con el pretexto de la "no intervención". En este caso la "no intervención" es sólo el ropaje de
la complicidad con el marxismo.
El 19 de febrero (1961) el Senado americano reveló un testimonio en que el ex
embajador William D. Pauley relata pormenorizadamente una serie de traiciones
cometidas en los últimos 12 años para propiciar el avance comunista en Asia y en
Iberoamérica. Pauley acusó concretamente a James E. Webb, luego funcionario de
Kennedy, a William Wieland, fun cionario del servicio diplomático, al periodista Herbert
Matthews, al líder obrero George Michanovsky, y a algunos otros
En vísperas del cambio de poderes en Estados Unidos (fines de 1960 y principios de
1961) se hacían planes en el Pentágono (Alto Mando de las fuerzas armadas
norteamericanas) para ayudar a los anticomunistas cubanos. Al mismo tiempo en La
Habana decenas de millares de personas gestionaban visas para emigrar. En ese crítico
momento Eisenhower rompió relaciones con Cuba, y como esto no fue seguido de ninguna
otra acción, sólo benefició a Castro Ruz, pues por una parte apaciguó a los auténticos
anticomunistas norteamericanos y por la otra frustró la emigración de cientos de miles de
cubanos. Ahora sólo unos cuantos logran asilarse en las 6 embajadas que quedan en La
Habana o escapar en lanchones.
Los aprestos de algunos jefes militares americanos para ayudar a los cubanos que tratan
de liberar a su país continuaron adelante, pero a principios de abril fue detenido en Florida
uno de los más activos jefes cubanos, o sea Rolando Masferrer, y el día 12 Mr. Kennedy
presentó tal cosa como un escarmiento para quienes soñaron en "montar una ofensiva
contra el gobierno de Fidel Castro".
A pesar de ese tropiezo, 5 días después se inició la expedición libertadora, pero sólo
partió la columna de 1,200 cubanos que se hallaban en las islas de Grand Corn y Little
Corn, y no los 7,000 que deseaban hacerlo desde Florida y que fueron inmovilizados por
órdenes de Kennedy, quien invocó las leyes de "neutralidad". Además, se impidió que
radiaran órdenes al movimiento de resistencia en Cuba, de tal manera que éste no pudo
iniciar un levantamiento en coordinación con el débil desembarque libertador de Bahía de
Cochinos. Y por si eso no bastara, Kennedy canceló a última hora el apoyo aéreo que el
Pentágono había ofrecido a los anticastristas, de tal manera que éstos quedaron a merced de
los tanques y aviones soviéticos y fueron aplastados. Ni siquiera permitió Kennedy que en la
operación participaran los aviones cubanos anticastristas que poco antes habían huido de
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