DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 592
Salvador Borrego
el más alto instituto médico de la URSS, o sea en la Dirección Sanitaria del Kremlin. Según
el anuncio, esos médicos formaban parte de la organización secreta "Joint Committee", la
cual operaba bajo el disfraz de una "Agencia de Ayuda Humanitaria" fundada en 1914 por
un grupo de hebreos.
El anuncio o ficial agregaba que dichos médicos judíos venían trabajando desde muchos
años antes en acortar la vida de altas personalidades rusas, mediante diagnósticos y
tratamientos sutilmente planeados, de lo cual se hallaban convictos y confesos. En concreto,
se les acusó de haber envenenado en 1948 a Andrei A. Zhadanov, miembro del Politburó y
probable sucesor de Stalin; y al general Alexander Sergeivitch, jefe político del ejército rojo,
internado en 1945 en dicho Instituto para curarse un mal relativamente leve, el cual fue
complicándose hasta costarle la vida. También se afirmó oficialmente que en el momento
de su captura los médicos israelitas estaban tratando de eliminar al Ministro de Guerra,
mariscal A. Vassilevsky, al mariscal Ivan Koniev, comandante de las tropas de tierra, y a
otros funcionarios que no eran propicios para sus planes.
El sensacional anuncio aplicaba a los médicos judíos los insólitos calificativos de "viles
espías, asesinos y monstruos humanos". Jamás en la URSS se habían proferido calificativos
semejantes contra los judíos: allí donde estaba prohibida la palabra "zhidi", por considerarla
despectiva y debía utilizarse la de "ivrai" para referirse afectuosamente a ellos.
La sensacional denuncia del Kremlin acentuó la remoción de israelitas. A la vez se
glorificó a la doctora Lydia Timashuk por haber dado la pista para descubrir las maniobras
de los conjurados y en una solemne ceremonia nacional le fue otorgada la máxima
condecoración de la Orden de Lenin. Conjuntamente se le rindieron honores a Ryumin,
jefe del servicio de investigaciones.
Todos estos sucesos fueron objeto .de amplísimos y alarmados mensajes transmitidos
por el monopolio informativo internacional. No dejaba de ser significativo que ese
monopolio israelita —disfrazado de imparcial objetividad— diera mayor importancia a las
penalidades padecidas por un puñado de hebreos que a las espantosas matanzas que sufrían
los pueblos ruso, polaco, rumano, etc., etc.
En esos momentos era ya seguro que Stalin había roto su vieja alianza con los padres y
protectores del marxismo. El Congreso de Palestina se reunió apresuradamente, lo mismo
que todas las organizaciones judías del Mundo Occidental. Se dijo que la situación era
sumamente grave y se acordó proceder con suma cautela. En Estados Unidos eminentes
personalidades hebreas y la viuda de Roosevelt, poco antes tan entusiastas de la política
prosoviética, pidieron públicamente que se adoptaran medidas drásticas "con el fin de
impedir —dijeron— una verdadera catástrofe, que sería ta consecuencia de la campaña an-
tisemita rusa".
Los bolcheviques estaban comenzando a cometer "¡crímenes contra la humanidad!"
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