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DERROTA MUNDIAL
como palanca la dictadura soviética para ir implantando el marxismo en todos los
países. El proletariado de cada uno de éstos sería el punto de apoyo.
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Poco después ratificó este plan al publicar su libro "Problemas del Leninismo", en el
que precisa así la tercera etapa del bolchevismo: "consolidar la dictadura del proletariado en
un país (Rusia), empleándole como medio auxiliar para derribar el imperialismo en todos
los demás. La revolución sobrepasa las fronteras de una sola nación, iniciándose la época
de la revolución mundial. Fuerza principal activa de la revolución: dictadura del
proletariado en un país y movimiento revolucionario del proletariado en todos los demás".
Es decir, una vez más quedaba de manifiesto que el marxismo era una doctrina política
con ambición mundial; su ámbito no era la URSS, sino el mundo entero. Y los primeros
pasos comenzaron a darse desde luego.
La provincia de Georgia —de donde era originario Stalin— había rechazado
violentamente el bolchevismo en 1917 y ante el reconocimiento de todo el mundo se
declaró independiente; su tradicional civilización cristiana chocaba profundamente con el
marxismo. Sin embargo, su libertad duró poco porque Stalin no tardó en someterla por la
fuerza y anexarla a la Unión de Repúblicas Soviéticas.
Los pueblos libres de Azerbaiján y Armenia corrieron igual suerte. La anexión se
extendió además a otros cinco estados: Kazakstán, Uzbekistán, Turkmenia, Taqikia y
Kirghisia. A este respecto el marxista Víctor Serge admite (en Hitler contra Stalin) que "las
cinco repúblicas nacionales de Asia Central constituyen un vasto conjunto cuya unidad
geográfica, étnica e histórica no es por nadie puesta en duda... Los kasaks, los turkmenos,
los uzbeks, los tadjiks, los kirguises, tienen, a pesar de sus lenguas y orígenes diferentes, una
cultura común, debida sobre todo a los mundos árabes y del Irán. Son musulmanes en su
mayoría".
Estos ocho pueblos anexados a la URSS se componían de 25 millones de habitantes
de las más diversas razas, religiones y costumbres; súbitamente fueron privados de su
independencia, de sus instituciones y de su viejo modo de vivir. La revolución mundial
preconizada por el marxismo israelita no reconocía fronteras raciales, ni religiosas ni po-
líticas.
La expansión bolchevique barrió con tantas fronteras que todavía en 1935 se editaban
en la URSS libros de primera enseñanza en 165 idiomas y dialectos diferentes, según reveló
el embajador norteamericano en Moscú William C. Bullit, en "La Amenaza Mundial". El
terrorismo fue común denominador para la sarcástica dominación de pueblos a nombre de
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"A Puertas Cerradas".—Almirante Ellis M. Zacharias, del Servicio Secreto Norteamericano.
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