DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 526
Salvador Borrego
presto el mejor servicio al Führer y al pueblo alemán en los duros tiempos por venir. Los
ejemplos serán más importantes que los hombres. Siempre se encontrarán hombres que
muestren a la nación el camino para salir de sus tribulaciones, pero la reconstrucción de
nuestra vida nacional será imposible si no estuviera inspirado por ejemplos que sean claros
y comprensibles para todos.
"Por esta razón, Junto con mi mujer y en nombre de mis hijos que son demasiado jóv enes
para poder opinar, pero que si tuvieran edad suficiente aceptarían esta decisión sin
reservas, expreso mi inalterable decisión de no abandonar la capital del Reich aun cuando
ésta caiga, sino permanecer al lado del Führer hasta el fin de una vida que para mí,
personalmente, no tendría más valor si no pudiera pasarla al servicio del Führer y a su
lado.—Dr. Goebbels". Apenas incinerados Hitler y Eva, Goebbels se preparó para la ex-
tinción de él y su familia.
Desde el mediodía (30 de abril), según dice la secretaria Junge, llegaron las cajas que
servirían de ataúdes a los niños. A éstos se les dijo que iban a emprender un viaje largo y
difícil y que se les daría un soporífero. La mayor, Helga, de 12 años, sabía ya de lo que se
trataba, pero no opuso resistencia. Ayudado por la señora Goebbels, el doctor
Stumpfegger le aplicó una inyección para que muriera sin dolor. Luego siguieron Hilda,
de 11; Helmut, de 9; Holde, de 7; Helda, de 5; y Heide, de 2. Minutos después, con sus
camisas de dormir, los seis niños parecían "tan tranquilos y descansados como si todavía
estuvieran dormidos", como en las noches anteriores en que la señora Goebbels se pasaba
largas horas contemplándolos, sin que ellos se dieran cuenta.
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Muertos los niños, la señora Goebbels fue a reunirse con su marido, quien la esperaba
afuera, intensamente pálido. Ambos se abrazaron en silencio. Goebbels había escrito a su
hijo político Harald, prisionero en Occidente: "En el futuro, tú no debes tener más que un
solo deber: hacerte digno del gran sacrificio que nosotros, con inquebrantable resolución,
nos disponemos a. cumplir aquí. No te dejes arrastrar por el desorden tumultuoso que
desde ahora reinará en el mundo entero; las mentiras caerán un día por su propio peso y
la verdad triunfará de nuevo. Una hora llegará en que nosotros pareceremos puros e
inocentes a los ojos del mundo; tan puros e inocentes como nuestras creencias y nuestros
objetivos lo han sido siempre".
A las 8.15 de la noche de ese mismo día (30 de abril) Goebbels se levantó de su escritorio,
se puso su abrigo, su sombrero y sus guantes, y con su esposa del brazo subió las escaleras
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Es claro que este acto no puede tener justificación moral ninguna.
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