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DERROTA MUNDIAL
EL PRIMER PARTIDO ANTICOMUNISTA
El ejército alemán —reducido a cien mil hombres por el Tratado de Versalles—, veía
con creciente inquietud cómo proliferaba el marxismo. Aunque los militares no podían
actuar en política, algunos jefes se esforzaban cuando menos por mantenerse al tanto de los
planes de las organizaciones izquierdistas. Era natural que para ellos, que como, soldados
se habían formado en el culto de la Patria, de la bandera y de la propia nacionalidad,
resultaran particularmente repugnantes las doctrinas izquierdistas que consideraban la
Patria como un mito y la internacionalización del proletariado como la muerte del ideal
nacionalista. Tan era así que muchos militares fueron como voluntarios en 1919 a combatir
a los bolcheviques en Letonia y Lituania, hasta que las potencias aliadas hicieron presión
sobre Alemania, para que prohibiera esas actividades. Nadie se explicó entonces esa
medida que favorecía al comunismo soviético.
El cabo Adolfo Hitler fue comisionado en enero de 1919 para observar las actividades
de algunos nacientes "consejos de soldados", similares a los soviets de Rusia. Con el mismo
fin visitó la asamblea del naciente Partido Obrero Alemán. Fue ése un instante pleno de
futuro.
Propiamente el partido no existía más que en la mente de sus proyectistas Harrer y
Antonio Drexler. Una escasa y heterogénea concurrencia escuchaba planes. Entre los
oradores figuraba un profesor que abogaba por la desmembración de Alemania, de
acuerdo con las ideas que había propalado el israelita Kurt Eisner, consistente en que
Baviera debería desligarse de Prusia.
Olvidando su papel de neutro observador, Hitler pidió la palabra. Fue tan violento su
discurso que el profesor abandonó la sala. Terminada la sesión, Hitler averiguó más
detalles acerca del naciente partido. No había nada: "Ni un volante de propaganda; se
carecía de tarjetas de identificación para los miembros del partido; por último, hasta de un
pobre sello. En realidad, sólo se contaba con fe y buena voluntad. “Desde aquel momento
—escribió Hitler— desapareció para mí todo motivo de hilaridad y tomé las cosas en serio".
Aunque desde el 10 de noviembre de 1918, cuando decidió dedicarse a la política,
Hitler alentaba la idea de formar un partido y decía que era más fácil forjar algo nuevo
que rectificar lo existente, accedió a ingresar al Partido Obrero Alemán como miembro
número siete.
De acuerdo con sus seis compañeros procedió luego a redactar invitaciones en
máquina, para buscar nuevos adeptos.
"Recuerdo todavía cómo yo mismo en aquel primer tiempo, distribuí un día
personalmente, en las respectivas casas, ochenta de esas invitaciones, y recuerdo también
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