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DERROTA MUNDIAL
yugoslavo. Su amigo judío Moisés Píjade lo ayudó con Bernard Baruch, consejero israelita
de los presidentes americanos, para que Occidente lo apoyara.
El escritor americano Hanson Baldwin afirma en "Las semillas de la Nueva Guerra"
que el abandono de Mihailovitch, amigo de los occidentales, fue convenido en Teherán
(nov. 26), durante la junta de Roosevelt, Churchill y Stalin.
Las operaciones militares en los Balcanes no se desarrollaban propiamente sobre un
frente continuo: ocurrían golpes de "pega y corre" en diversos puntos, y la acción más
espectacular fue él ataque lanzado por la aviación de Roosevelt el primero de agosto, contra
los campos petroleros rumanos de Ploest que eran la principal fuente de combustible para
Alemania. La operación se realizó con 177 bombarderos al mando del general Uzal G. Ent;
92 regresaron a su base en Bengasi; 54 fueron abatidos y 31 aterrizaron forzadamente.
Entre prisioneros y muertos se perdieron 532 tripulantes. Sólo seis aviones, al mando del
mayor Norman C. Appold, pudieron penetrar hasta las metas elegidas y causar daños.
Todavía entonces eran muy costosos los ataques aéreos sobre objetivos militares.
LOS AMIGOS DE ROOSEVELT
En 1933 circularon versiones de que Roosevelt era descendiente en séptima
generación del israelita holandés Claes Martensen (después Van Rosenfelt, emigrado de
España a Holanda en 1620). Este dato fue ratificado al morir la madre del Presidente,
Sarah Delano. En una carta al general Smut el propio Roosevelt aludió a sus antepasados
"holandeses", pero nada dijo respecto a la versión de que además fueran israelitas. Lo que
sí está fuera de toda discusión es que Roosevelt .compartió el mando con numerosos
judíos y que siempre distinguió a éstos con los puestos de mayor confianza. Esa
predilección pareció extraña en Estados Unidos porque había muchos norteamericanos
auténticos de innegable valía, pero naturalmente gozó del silencio y hasta del apoyo de los
magnates israelitas que dominan la mayor parte del cine, de la radio y de la prensa esta-
dounidense. Pocas protestas lograron abrirse paso hasta la opinión pública y ninguna
alcanzó resonancia nacional.
Por ejemplo, algunos diarios independientes aislados .criticaron a Hopkins debido a
que por una parte exhortaba al pueblo, norteamericano al ayuno y por la otra el 16 de
diciembre (1943) se reunía con Baruch y otros judíos a banquetearse en el hotel Garitón
con los más exóticos manjares.
El representante Dewey Short, de Missouri, atacó en la Cámara a los "imitadores de
Rasputín en la Casa Blanca. Hay muchos—decía— capaces de usar esta guerra como una
cortina de humo para, a favor de ella, someter a Norteamérica a un tipo de gobierno y a
una clase de economía enteramente ajenos y contrarios a los que hemos conoci do hasta
ahora".
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