DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 363

DERROTA MUNDIAL selectas tuvieron que ser frenadas para ahorrar bajas y luego se combinó su ataque con el 4º ejército de Hoth. Los soviéticos fueron nuevamente derrotados y perdieron Karkov el 14 de marzo. Con este golpe la iniciativa en todo el sector sur volvía a manos alemanas. "Se le torció el cuello a la derrota —dice Von Manstein—, debido a las valerosas divisiones de infantería que supieron mantenerse en todo momento con gallarda entereza frente a la intimidante superioridad enemiga, y a que tuvieron el coraje suficiente para cerrar nuevamente las filas detrás de las potentes filtraciones de tanques rojos hasta dejarlos aislados y hacer posible su aniquilamiento". El sacrificio del 6º ejército no había sido inútil; en sus 137 días dé lucha "(71 de ellos copado) aminoró la fuerza de la ofensiva soviética y dio tiempo a que se hicieran suturas en el destrozado sector sur del frente alemán, que volvió a estabilizarse. Stalin se quejó entonces de que su ofensiva no había explotado su triunfo en Stalingrado (recuperando Ucrania, como era su plan), porque los angloamericanos no distraían más tropas alemanas en el occidente de Europa. Para ese entonces aproximadamente cuatro millones de alemanes hacían frente a los ataques aéreos, terrestres o navales de los contingentes de Roosevelt y Churchill, o se encontraban de guarnición en puntos amenazados. Los logros del Ejército Rojo se hallaban condicionados —como lo siguieron estando durante toda la guerra— al hecho de que no se le enfrentara íntegramente el Ejército Alemán. La dispersión de las fuerzas germanas en diversos frentes era una condición imprescindible que reclamaban todos sus opositores. Y es que en rigor se trataba de un ejército invencible por cualquier otro ejército; para combatirlo se requerían combinaciones mundiales de ejércitos. PEQUEÑO MARGEN DELA DERROTA AL TRIUNFO Todos los grandes guerreros han hablado de cuan poca distancia hay entre la derrota y la victoria. Con asombrosa frecuencia ocurre que entre ambas sólo existe un estrecho margen y que el triunfo se escapa de entre las manos sí no se cruzan los linderos de la evidencia lógica y sigue confiándose en el triunf o más allá de lo que la razón aconseja. Entre otras muchas, la batalla de Rívoli, en Italia, es un ejemplo. A las once de la mañana las tropas de Napoleón estaban casi deshechas. Y Spengler precisaba: "El azar es la causa que permanece invisible detrás de Ia cortina; es lo que no ha sido demostrado. ¡Cuántas batallas perdidas o ganadas por ocurrencias ridículas!" "Yo he visto en momentos decisivos —escribió Napoleón— que una nonada ha decidido siempre los más grandes acontecimientos”. En la pasada guerra hubo muchos momentos en que Alemania y Rusia bordearon alternativamente la cima del triunfo y el abismo de la derrota. Contra las apariencias 363