DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | 页面 349

DERROTA MUNDIAL De hora en hora fluían más reservas rusas y pronto hubo ocho ejércitos soviéticos íntegros alrededor del 6º ejército alemán, o sean los siguientes; el 62 por el oriente, sobre el río Volga; el 66 y el 24 por el norte; el 65 y el 21 por el poniente, el 57 y el 64 por el sur, y el 5 por el sudoeste. Entretanto en el interior de ese círculo el 6º ejército seguía ba- tiéndose contra grupos de los ejércitos 62 y 16 que se aferraban a la parte oriental de la ciudad o que sostenían cabezas de puente sobre el Volga. Días antes tenía la victoria al alcance de la mano, pero su situación había cambiado y ahora sería prensado por los cuatro puntos cardinales. Lo que la víspera era pacífica retaguardia que lo unía con el resto del frente y con la lejana Patria (a dos mil kilómetros de distancia), se convirtió en otra línea de combate. Para entonces los efectivos del recién copado 6º ejército ascendían a 235,00 soldados alemanes, descontadas ya las bajas sufridas en 64 días de combates por la posesión de Stalingrado. En esas condiciones, Hitler pensó inicialmente en un repliegue rompiendo el cerco mediante un ataque concentrado y repentino. El mariscal Rommel dice en sus "Memorias" que cuando la orden en ese sentido iba a ser enviada, intervino Goering (segundo de Hitler y mariscal del aire), con las siguientes palabras: "¡Pero, mi Führer, no nos mostremos débiles! Abasteceremos a Stalingrado desde el aire". Y Hitler, a quien le repugnaba autorizar repliegues, cambió de parecer y ordenó a Von Paulus que organizara sus tropas en forma de "erizo" y que se sostuviera mientras se preparaban tropas que fueran a reforzarlo. Entretanto, se le abastecería por aire de víveres, combustible y municiones. Para esto se necesitaría abrirse paso a través de la aviación soviética y hacer llegar diariamente a Stalingrado un mínimo de 300 transportes "Junker 52" y "Heinkel 111", con 550 toneladas de abastecimientos. El jefe del Estado Mayor General, Kurt Zeitzler, insistía casi diariamente ante Hitler para que ordenara la retirada del 6º ejército. Como afirmaba que el abastecimiento por aire no era posible, Hitler llamóa Goering y éste reiteró que sí, a lo cual Zeitzler gritó: "¡Mi Führer! Eso es mentira". Goering palideció y repuso que él sabía más de aviación que Zeitzler. No se llegó a ninguna conclusión. Poco después Zeitzler volvió a insistir en la retirada, Hitler llamó al mariscal Keitel y al general Jodl, quienes opinaron que era mejor seguir resistiendo en Stalingrado. "Observe usted, general—dijo Hitler a Zeitzler— que mi opinión es compartida por esos dos jefes, ambos más antiguos que usted". Goering ya no era el mismo de antes de la guerra, se inclinaba á la vida fácil y descuidaba su trabajo. La audaz promesa que había hecho no pudo cumplirla. En vez de las 500 toneladas diarias de abastecimientos ofrecidas sólo envió 100, y esto únicamente los primeros días. 349