DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 238
Salvador Borrego
alto costo, pero el costo fue pagado… Entre otros muchos miles, allí cayó muerto el
teniente Hans Keitel. Su padre era el mariscal Wilhelm Keitel, que como jefe del Alto
Mando de todas las fuerzas armadas del Reich pudo haberlo sustraído al combate, pero
quiso dar un ejemplo espartano de que todo soldado se debía a la Patria antes que a
nadie. Al enterarse de lo ocurrido se mostró impasible: "Es poco germánico —dijo—
mostrar duelo por un hijo que ha alcanzado el Honor supremo de morir en el campo de
batalla”.
Las cincuenta divisiones de Von Bock (750,000
combatientes), fatigadas por las frenéticas batallas del cerco
de Minsk, el cruce del Dniéper, la perforación de la Línea
Stalin y el avance de 700 kilómetros, se abrieron nuevamente
en dos grandes tenazas para cercar a Smolensk. En su mayor
parte los defensores rusos eran tropas de refresco, cuyo
flamante equipo tenía las bases de abastecimiento muy cerca
en tanto que los atacantes se alejaban cada vez más de las
suyas.
El mando soviético empezó a usar ingeniosas tácticas;
en algunos sectores sus fuerzas cedían al empuje de los tan-
ques alemanes y éstos se precipitaban velozmente hacia
adelante, pero luego el boquete se cerraba y quedaban
Mariscal Keitel, Jefe
aislados del apoyo de su infantería y expuestos al
del Alto Mando
aniquilamiento. Por su parte, los comandantes alemanes no
Alemán. Sus hijos
tardaron en anular y volver provechoso ese mismo truco:
marcharon como
organizaron grupos especiales de tanques que atacaban por la
oficiales al frente de
noche y deliberadamente se metían en la trampa, mas se
Rusia. El menor cayó
ocultaban en los bosques cercanos para no ser destruidos; a
muerto en Smolensk.
la mañana siguiente salían en bandadas y a una hora
previamente convenid a atacaban por la retaguardia cierto punto de las líneas soviéticas, que
en el mismo instante estaba siendo atacado de frente por la infantería alemana. Entre dos
fuegos, el rompimiento era entonces verdadero y definitivo.
Combinando la táctica con el ingenio las divisiones blindadas y motorizadas de
Guderian, por el sur, y de Hoth por el norte (ambos a las órdenes de Von Bock) se
hundieron sangrientamente en el frente soviético de Smolensk (correspondiente al sector
central de todo el frente). Las lluvias comenzaron luego a empantanar los primitivos ca-
minos rusos y fueron un poderoso aliado de los bolcheviques. Pero glacial, impasible, Von
Bock exigía un supremo esfuerzo y en esa actitud Hitler lo apoyaba. "Dábase por contento
—dice Wilhelm S. Hart— pareciendo lo que era: un esclavo de la disciplina".
Y Curt Riess refiere: "Era Von Bock uno de los pocos generales que arriesgaban
diariamente su vida, aun sin necesidad alguna. Casi todos los días volaba en su avión
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