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Salvador Borrego
Esta pugna se agravó en la campaña de Rusia. Por principio de cuentas muchos
generales encabezados por Brauchitsch, como jefe de ejército; por Halder, como jefe del
Estado Mayor General, y por Von Rundstedt, decano de los estrategas, no creían que la
operación de Rusia fuera realmente inevitable. Aunque eruditos en su profesión, carecían
de la necesaria visión política panorámica para ver que esa operación no era opcional,
sino ineludible.
El desacuerdo se agudizó el 18 de diciembre de 1940 cuando Hitler comunicó a los
jefes del ejército los principios básicos de su Plan Barbarroja para la invasión de la URSS.
El Plan Barbarroja —llamado así en memoria de Federico I que en el siglo XII
pereció en las Cruzadas— dividía el frente germanorruso en tres sectores; norte, central y
sur. El principal objetivo concebido por Hitler era limpiar todo el flanco izquierdo de su
avance (sector norte), para lo cual era necesario aniquilar al enemigo en Lituania, Letonia
y Estonia, capturar Leningrado y enlazar con los finlandeses. El segundo objetivo era
realizar en seguida una progresión de norte a sur, aniquilar a los ejércitos soviéticos del
sector central, envolviéndolos, y capturar Moscú. El tercer objetivo (sector sur) era avanzar
en dirección de Kiev y la desembocadura del Dniéper, cerca de Kherson.
Poco después, el 3 de febrero de 1941, o sea cinco meses antes de que se iniciara el
ataque, Hitler reiteró a sus generales que el principal objetivo era asegurar el flanco
izquierdo (sector norte), con lo cual se facilitaría el flanqueo en profundidad del sector
central y por tanto la captura de Moscú. Además, especificó que no deberían buscarse
simultáneamente ambos objetivos (Leningrado y Moscú), salvo que ocurriera un
"sorprendente y rápido colapso de la resistencia rusa".
Tal era, en síntesis el Plan Barbarroja trazado por Hitler para la invasión de la URSS.
Pero Brauchitsch, como jefe del Ejército, y Halder, como jefe del Estado Mayor General,
no estaban de acuerdo con él. Ambos querían descargar el golpe más fuerte en el sector
central y adentrarse profundamente hasta capturar Moscú. En términos generales seguían
las huellas de la invasión napoleónica.
De ese desacuerdo entre Hitler, por, una parte, y Brauchitsch y Halder por otra,
resultó un plan que ni era el ideado por Hitler ni tampoco se ajustaba por completo al
deseo de dichos generales. El historiador británico Liddell Hart reconoce ese hecho y
comenta:
"Barbarroja, aprobado por Hitler el 18 de diciembre, contenía ideas perfectamente
claras, aunque Brauchitsch las había tergiversado" (Los Generales Alemanes Hablan.—
Liddell Hart).
Este fue el primer paso en falso de la campaña de Rusia.
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