DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 223
DERROTA MUNDIAL
C A P I T U L O VI
L a G u e rr a q u e H it l er s í Q u e r í a
(1941)
El Plan Estratégico de Hitler Contra Rusia.
La más Grande Lucha en la Historia de las Armas.
El Primer "Cannas" de Rusia en 1941.
Segunda Embestida de Yon Bock.
Hitler Ordena Virar hacia el Sur.
Orgía de Sangre en Leningrado.
La Dureza del Soldado Ruso.
Lo que Parecía ser la Última Batalla.
Moscú Trepida Bajo el Cañoneo.
De los Albores de la Victoria a las Orillas del Desastre.
EL PLAN ESTRATÉGICO DE HITLER CONTRA RUSIA
La campaña de Polonia en 1939 se había desarrollado conforme al plan estratégico
trazado por el Estado Mayor General Alemán. Hitler intervenía poco y aisladamente en las
operaciones militares, como cuando ordenó el asalto final sobre Varsovia. Pero ocho meses
más tarde Hitler intervino fundamentalmente en el desarrollo de la campaña de Francia,
concibió los golpes de audacia sobre el Canal Alberto y las fortificaciones de Eben Emael, y
asimismo hizo posible que Guderian se lanzara por el norte de Francia y envolviera a los
ejércitos aliados de Flandes. Todo esto lo realizó contra la opinión de muchos de los viejos
y experimentados generales, partidarios de procedimientos más ortodoxos y menos
audaces.
Pese a los notables aciertos de estrategia que Hitler demostró en la campaña de
Francia, varios aristócratas generales se resistían naturalmente a aceptar sus sugestiones, y
aun sus directivas, que eran órdenes. Y es que seguían viendo en él a un cabo, carente de
preparación académica, y no cabía en su cabeza de peritos que un autodidacta en
cuestiones militares pudiera intuir los principios básicos del arte de la guerra, a veces con
más profundidad que los profesionales saturados de teoría y de pormenores técnicos.
Esa latente pugna entre Hitler, que trataba de imponer sus concepciones estratégicas,
y los generales que procuraban modificarlas, fue una de las más grandes debilidades de
Alemania. Aun en muchos casos en que las directivas del Führer eran obedecidas,
faltaban la fe y el entusiasmo que son indispensables para ejecutar acertadamente órdenes
ajenas de cuya exactitud duda el ejecutante.
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