DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 205

DERROTA MUNDIAL Al iniciarse la guerra en 1939 sólo ocho o nueve submarinos actuaban simultá- neamente contra les flotas aliadas mientras los 18 restantes se reabastecían o se dirigían a las líneas de combate. En los doce primeros meses de lucha Alemania botó 28 submarinos más, pero apenas bastaron para cubrir las bajas, que eran del 46% de sus efectivos. Cada submarino costaba casi el equivalente a doce millones de pesos. En el primer año de guerra habían hundido 471 barcos aliados con más de un millón de toneladas. Casi otro tanto echaron a pique los bombarderos tetramotores FW-200, las minas y los 7 mercantes artillados que zarparon como corsarios en 1940 y que jugaban mortalmente a las escondidas con la flota británica en todos los mares. Para desorientar a sus perseguidores cambiaban su camuflage en alta mar y a veces tenían que enfrentarse a barcos de guerra o a mercantes ingleses también artillados (barcos "Q"). Entre esos 7 corsarios alemanes figuró el "Atlantis", de 8,000 toneladas, del capitán Bernhard Rogg, que- navegó 22 meses sin tocar tierra, recorrió 185,000 kilómetros abasteciéndose de lo que arrebataba al enemigo y hundió o capturó 22 barcos que en total desplazaban 146,000 toneladas, hasta que a su vez fue hundido en él Atlántico del Sur. Otro de los corsarios famosos fue el "Orion", del capitán Kurt. Weyher, que en 17 meses de ininterrumpidas correrías escabullándose a la flota inglesa, hundió barcos por 80,000 toneladas y sembró 228 minas en las entradas de diversos puertos de Nueva Zelanda, las cuales ocasionaron graves pérdidas a los británicos. En agosto de 1940 comenzó una nueva etapa de la lucha en el mar. Los británicos habían recurrido al sistema de convoyes, consistente en agrupar veintenas de barcos, con poderosa escolta, que formaban una gran fortaleza flotante, al parecer inexpugnable. Y contra ese sistema, el almirante Doenitz puso en acción la táctica de atacar en "manadas". Varios sumergibles mantenían comunicación inalámbrica entre sí y perseguían durante varios días a los convoyes. Esta persecución no podía nacerse bajo el agua porque en inmersión el submarino era sumamente lento (13 kilómetros por hora), y por tanto tenía que correr grandes riesgos al navegar en superficie. Los vigías eran atados en la cubierta para que durante las tormentas no los arrastrara el oleaje. Y de tiempo en tiempo era necesario sumergirse para detectar con el hidrófono el rumbo del convoy, que con frecuencia era modificado para despistar a los perseguidores. Los bombarderos ingleses, que iban en aumento, eran peligrosa amenaza para el submarino en la superficie. Cada día se apremiaba más a los constructores para que produjeran una nave capaz de permanecer más tiempo sumergida y de correr a mayor velocidad bajo el agua, siquiera igual a la de los barcos. El ingeniero Walter trabajaba desde 1936 en un proyecto para producir un verdadero sumergible, con motor de superóxido de hidrógeno, pero en 1940 todavía no pasaba de la fase experimental. Contra lo que generalmente se supone, todavía en esa época el submarino no era verdaderamente una nave submarina, ya que sólo podía caminar unas cuantas horas en inmersión y a 205