DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 114
Salvador Borrego
Como requisito previo para usar la fuerza de los países occidentales, el movimiento
político judío los engañó y desorientó. Con razón Schopenhauer dijo el siglo pasado que "el
judío es el maestro de la mentira". Con esa maestría ha conseguido que sus propias víctimas
le sirvan, naturalmente que sin saber a quién sirven, y hasta con la ilusoria creencia de que
se sirven a sí mismas.
Estos alquimistas del engaño concentraron su acción en cuatro puntos:
1° Opacaron la evidencia de que Alemania marcharía contra la URSS.
Así propiciaron que Occidente luchara, engañado, en beneficio del marxismo...
2° Dieron la falsa impresión de que Alemania atacaría al Occidente y no al marxismo
israelita del Oriente.
En esta forma agitaron a los pueblos inglés, francés y norteamericano.
3° Crearon la idea de que la pugna entre nazis e israelitas era una rareza de Hitler, sin
más fundamento que la aversión contra un conglomerado religioso.
Así se ocultaba el hecho de que esa comunidad no era sólo una inocente secta religiosa,
sino un núcleo político con influencia internacional.
4° Presentaron a Alemania como un país antirreligioso.
De esta manera se facilitó que el mundo cristiano se dejara arrastrar a una lucha en
beneficio del bolchevismo ateo.
Respecto a los dos primeros puntos, la investigación histórica encuentra miles de
pruebas de que Hitler siempre orientó su lucha contra el marxismo. Jamás hizo demandas
lesivas para los pueblos inglés, francés o norteamericano, y siempre trató de ganarse su
amistad.
Respecto al tercer punto, la- pugna entre nazis e israelitas, Hitler anunció el 30 de
enero de 1939 que estaba en la mejor disposición de que los países democráticos se
llevaran a los judíos que vivían en Alemania, y que les dispensaran todas las prerrogativas y
consideraciones que reclamaban para ellos. Hizo observar que algunos países disponían de
10 habitantes por kilómetro cuadrado, y que Alemania, en cambio, necesitaba alimentar a
140 personas por kilómetro cuadrado.
"Cierto es que Alemania —dijo— fue durante siglos lo suficientemente buena para
acoger a esos elementos... Lo que ese pueblo posee lo ha adquirido en su mayor parte con
las peores manipulaciones a costa del pueblo alemán, no tan astuto.”
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